Leer: 1
Corintios 3:1-9
| Es mi discípula, oí decir a una mujer sobre alguien a quien ella
ayudaba. Como seguidores de Cristo, todos debemos hacer discípulos; es decir:
hablarles de la buena noticia de salvación a las personas y ayudarlas a crecer
espiritualmente. Sin embargo, es fácil dirigir el enfoque hacia nosotros y no
hacia Jesús.
El apóstol
Pablo estaba preocupado porque la iglesia de Corinto estaba dejando de
centrarse en Cristo. Apolos y él eran los dos predicadores más conocidos de
aquella época, y la iglesia se había dividido. «Yo sigo a Pablo». «¡Pues yo
sigo a Apolos!».
Habían empezado
a centrarse en la persona equivocada, siguiendo al maestro en lugar de al
Salvador. Entonces, Pablo los exhortó: «somos colaboradores de Dios».
No importa quién planta ni quien riega, porque
solo el Señor da el crecimiento. Los creyentes en Cristo son «labranza de Dios,
edificio de Dios» (1 Corintios 3:6-9). Aquellos creyentes no pertenecían ni a
Pablo ni a Apolos.
Jesús nos
dice que vayamos y hagamos discípulos, y les enseñemos sobre Él (Mateo 28:20).
Además, el autor de Hebreos nos insta a enfocarnos en el Autor y Consumador de
nuestra fe (12:2). Cristo será honrado cuando nos centremos en Él. Es superior
a cualquier ser humano y suplirá nuestras necesidades.
Señor,
ayúdame a pasar inadvertido y guiar a otros hacia ti.
Pon a Jesús
en primer lugar.
NUESTRO PAN DIARIO
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