Señor… Ayúdame
a decir la verdad delante de los fuertes y a no decir mentiras para ganarme el
aplauso de los débiles.
Si me das
fortuna, no me quites la razón.
Si me das
éxito, no me quites la humildad.
Si me das
humildad, no me quites la dignidad.
Ayúdame
siempre a ver la otra cara de la medalla, no me dejes inculpar de traición a
los demás por no pensar igual que yo.
Enséñame a
querer a la gente como a mí mismo y a no juzgarme como a los demás.
No me dejes
caer en el orgullo si triunfo, ni en la desesperación si fracaso
Más bien
recuérdame que el fracaso es la experiencia que precede al triunfo.
Enséñame
que perdonar es un signo de grandeza y que la venganza es una señal de bajeza.
Si me
quitas el éxito, déjame fuerzas para aprender del fracaso.
Si yo
ofendiera a la gente, dame valor para disculparme y si la gente me ofende, dame
valor para perdonar.
¡ Señor…si
yo me olvido de ti, Tú por favor nunca te olvides de mí !
No es
cuanto oras..sino cómo oras y a quién oras lo que determina el valor de la
oración. Si te diriges al Padre y tu oración es libre de egoísmos, vanidades o
falsas ilusiones, entonces tendrás una oración de calidad.
Si lo
afliges y él clama a mí, ciertamente yo escucharé su clamor. Exodo 22:23
Entonces
clamó el pueblo a Moisés, y Moisés oró al Señor y el fuego se apagó. Num
11:2
Entonces
clamó Sansón a Dios, y dijo: Señor, acuérdate ahora de mí, y fortaléceme, te
ruego, solamente esta vez, oh Dios, para que de una vez tome venganza de los
filisteos por mis dos ojos. Juec 16:28
(RENUEVO DE PLENITUD)
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