Durante meses he estado orando por las viudas, los huérfanos y los pobres. Recibimos cartas de gente indigente que ya no pueden pagar su seguro o un alojamiento. He suplicado a Dios: “Tú eres Señor de los ejércitos. Aliméntalos. Suple sus necesidades.” Finalmente, el Señor me contestó: "Tú debes hacer más que orar por ellos, David. Tú puedes hacer algo al respecto. Aliméntalos tú. Está dentro de tu poder hacerlo.”
No te
equivoques: nadie puede ser salvo solo por las buenas obras, pero seremos
juzgados por si las hicimos o no. Aún el asunto no está a cuánta gente
necesitada alimenté o vestí. El asunto central es: “¿Profeso a Cristo como mi
Señor, y luego vivo sólo para mí? ¿Falsifico a Jesús acaparando y pasando el
tiempo acumulando cosas? ¿Cierro mis ojos a las necesidades del pobre y
desvalido?”
Nuestro
testimonio a un mundo maldecido por el pecado debe incluir tanto la predicación
como la manifestación, tanto en Palabra como en hecho. Nuestra proclamación de
Cristo no puede estar divorciada de nuestras obras de ayuda. Como Santiago
dice, tales obras ayudan a demostrar el poder del evangelio.
“Hermanos
míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá
la fe salvarle? Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen
necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en
paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el
cuerpo, ¿de qué aprovecha?" (Santiago 2:14-16).
Las
multitudes cristianas responden a la profecía de Jesús de dos modos. Están
aquellos "del evangelio fácil" que dicen: "Dios no es tan duro.
Eso es toda predicación del día del juicio final. Mi Dios es demasiado amoroso
como para juzgar con severidad." Entonces, aquellos "del evangelio
difícil" dicen: "Esto es demasiado estricto, demanda demasiado, yo no
puedo aceptar esa palabra tan perturbadora. Nunca puedo estar a la
medida de ella."
Entonces
ambos evangelios van por su propio camino, justificados e indiferentes. Un
grupo sigue organizando avivamientos para los perdidos. El otro sigue teniendo
reuniones de oración, pidiéndole a Dios que supla las necesidades de los
pobres. En Navidad, distribuimos cestas a las familias necesitadas, y en otras
ocasiones, dejamos caer unas monedas a los mendigos. Pero lamentablemente, se
hace muy poco por tener un compromiso práctico de jornada completa, para hacer
lo que Jesús ha mandado.
Posted by World Challenge
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