Hoy en día
muchos creyentes están preguntándose: “¿Por qué Dios no ha entregado a
Norteamérica a juicio? ¿Por qué no ha tratado con nosotros de acuerdo a
nuestros pecados? Él le dio a la generación de Noé 120 años de advertencias,
pero después de eso dijo: ‘Basta’, y trajo una inundación. Dios ha soportado
los pecados de América por mucho tiempo, así que ¿por qué no hemos visto sus
juicios justos sobre nosotros?
Amo a esta
nación, y yo personalmente, no quiero ver el juicio final de Dios caer sobre
América. Como muchos, estoy completamente asombrado sobre por qué el juicio de
Dios ha sido retrasado.
Creo que
estamos viendo los principios del juicio. Veo las terribles calamidades que
están teniendo lugar en el mundo como advertencias. Sin embargo, debido a que
la economía de Estados Unidos no ha colapsado, y nuestra nación sigue siendo
capaz de funcionar como lo ha hecho, pareciera que estamos avanzando a tropezones
de crisis en crisis, y se nos está dando una oportunidad tras otra.
Estoy
convencido que hay una sola respuesta a esta perplejidad: todo esto es debido a
la ternura y paciencia de nuestro Salvador. Encontramos la prueba en la
profecía de Isaías: “No quebrará la caña cascada, ni apagará el pábilo que
humeare” (Isaías 42:3). ¡Norteamérica se ha convertido en una nación de cañas
cascadas!
Una caña es
un junco largo o planta con tallo hueco, que usualmente se encuentra en áreas
pantanosas o cerca de un suministro de agua. Es una planta tierna, así que se
dobla fácilmente cuando los vientos fuertes o las corrientes de agua la
golpean. Sin embargo, la caña solo puede doblarse hasta cierto punto hasta que
finalmente se rompe y es llevada por la corriente.
Como una
caña en buen clima, Norteamérica una vez se erguía orgullosa y alta, llena de
promesa y propósito. Nuestra sociedad entera honraba a Dios, y la Biblia era
tenida en alto como el estándar de nuestras leyes y sistema judicial. Aún
durante el curso de mi vida, los libros académicos consistían de lecciones e
historias de la Biblia. Jesús era reconocido como el Hijo de Dios, Aquel que le
da a nuestra nación favor e incalculables bendiciones.
Sin
embargo, en nuestra prosperidad, nos convertimos como el antiguo Israel:
orgullosos y malagradecidos. Y hemos caído mucho en corto tiempo. Dios ha sido
excluido de nuestros sistemas judiciales y de nuestras escuelas, y su nombre ha
sido burlado y ridiculizado.
Nuestra
sociedad ha perdido totalmente su moral rectora y como resultado, aquella
Norteamérica que una vez se erguía alta, ahora está lisiada, como una caña
cascada.
Posted by World Challenge
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