Leer: Salmo
46 | La Biblia en un año: Marcos 4:1-20 | Hace años, respondía a las pocas
semanas las cartas que recibía. Después, llegó la máquina de fax, y todos
parecían contentarse con recibir una respuesta a los dos días. Hoy, con el
email, los mensajes instantáneos y los teléfonos celulares, ¡la gente espera
que responda el mismo día!
«Estad
quietos, y conoced que yo soy Dios». En este conocido versículo del Salmo 46,
leo dos mandamientos de igual importancia. En primer lugar, debemos permanecer
quietos, algo contra lo cual conspira la vida moderna. En este mundo frenético,
es difícil encontrar siquiera unos momentos de quietud. Y esta quietud nos
prepara para el segundo mandamiento: «conoced que yo soy Dios; seré exaltado
entre las naciones; enaltecido seré en la tierra». En medio de un mundo que
conspira para suprimir a Dios, ¿cómo aparto tiempo para permitir que el Señor
nutra mi vida interior?
Patricia
Hampl escribe: «La oración es el hábito de la atención aplicado a todo». Ah… un
hábito de atención. Estad quietos y conoced. El primer paso para orar es
reconocer o «conocer» que Dios es Dios. Y, en esa atención, todo lo demás se
coloca en su lugar. La oración nos permite admitir nuestras fallas, debilidades
y limitaciones frente a Aquel que responde con infinita misericordia a la
vulnerabilidad humana.
Señor, nutre mi alma mientras estoy en oración.
Cuando oramos, Dios puede aquietar nuestra
mente.
NUESTRO PAN
DIARIO
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