Mateo
2.12-18 | Mire a su alrededor. Aunque muchos pueden estar disfrutando de los
festejos de la Navidad, algunos siguen aferrados a la antipatía y al desdén.
Pero no se sorprenda por esto: el problema no es la temporada; es el Salvador.
Nuestra necesidad de salvación nos recuerda nuestras deficiencias e incapacidad
para redimirnos a nosotros mismos.
Esta no es
la primera vez que el Señor Jesús provocó antagonismo en el corazón de alguien.
Herodes se turbó cuando se enteró de que los magos estaban buscando el Rey de
los judíos. Cuando no regresaron para informarle acerca de la ubicación del
niño Jesús, se enfureció y asesinó a todos los niños varones de Belén menores
de dos años (Mt 2.16).
¿Qué tiene
Jesús que hace que algunas personas sientan tal hostilidad? La furia de Herodes
estaba alimentada por su deseo de poder y control. No quería que hubiera otro
rey, sin importar cuán pequeño fuera, que lo destronara. Hoy día, hay personas
que desprecian la celebración del nacimiento de Cristo por la misma razón: no
quieren que nadie más gobierne sus vidas.
Romanos
1.18 dice que quienes rechazan a Jesucristo han detenido la verdad. El Señor
señaló que quienes temen que sus obras sean reprendidas como malas, no vienen a
la luz (Jn 3.19, 20). Pero no debemos asumir que la salvación no es posible
para alguien hostil a Jesús. Después de todo, el apóstol Pablo fue un agresivo
perseguidor de la iglesia hasta su conversión.
A veces,
las personas que se sienten molestas por el cristianismo y la Navidad pueden
parecernos inalcanzables, pero recuerde que nadie está más allá del alcance del
Señor.
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