Leer: Salmo
141:1-3 | La Biblia en un año: 1 Juan 5 | Cuando era niño, me encantaba leer
los libros de L. Frank Baum sobre la Tierra de Oz. Hace poco, encontré un
ejemplar de Rinkitink en Oz, con todo el material gráfico original. Me volví a
reír con las payasadas del bondadoso e irreprimible rey Rinkitink, a quien el
joven príncipe Inga describe de manera sin igual: «Su corazón es bondadoso y
amable, lo cual es mucho mejor que ser sabio».
¡Qué
descripción tan sencilla y sensata! Pero ¿quién no ha lastimado el corazón de
alguien querido con una palabra dura? Al hacerlo, perturbamos la paz del
momento y destruimos gran parte del bien que hemos hecho por aquellos a quienes
amamos. Como dijo Hannah More: «Una pequeña descortesía es una gran ofensa».
Pero aquí
está la buena noticia: toda persona puede volverse bondadosa. Quizá no podamos
predicar un mensaje inspirador, responder preguntas difíciles ni evangelizar
multitudes, pero sí podemos ser amables.
¿Cómo? Con
la oración. Solo así puede ablandarse nuestro corazón: «Pon guarda a mi boca,
oh Señor; guarda la puerta de mis labios. No dejes que se incline mi corazón a
cosa mala [o áspera]…» (Salmo 141:3-4).
En un mundo
donde el amor se ha enfriado, la bondad que brota del corazón de Dios es lo más
útil y sanador que podemos ofrecer.
Señor, ayúdame a usar
mis palabras
para alentar a todos.
«Saber que Dios me amó sin límites me
impulsa a amar a otros del mismo
modo».
Oswald Chambers
NUESTRO PAN
DIARIO
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