Leer: 2
Pedro 1:12-21 | La Biblia en un año: Apocalipsis 18 | L os que visitábamos a mí
padre hospitalizado nos reíamos a carcajadas: dos viejos choferes de camiones,
un ex cantante de música country, un artesano, dos mujeres de granjas vecinas y
yo.
«… después,
se levantó y me partió una botella en la cabeza», dijo el artesano, para
terminar su historia sobre una pelea en un bar.
Mi padre,
mientras luchaba contra su cáncer e intentaba conseguir un poco de aire para
reírse, dijo para que se cuidaran de lo que contaban: «Randy es pastor». Aunque
se callaron durante unos segundos, estallaron de risa ante la noticia.
Unos 40
minutos después, el artesano aclaró su garganta, miró a mi padre y se puso
serio: «Howard, ahora ya no bebo más ni peleo en bares. Todo eso pasó. Tengo
una nueva razón de vivir. Quiero contarte sobre mi Salvador». Y lo hizo, sin
prestar atención a la sorprendentemente leve reticencia de mi padre.
Nunca
escuché una manera más delicada de presentar el evangelio. Años más tarde, mi
padre también creyó en Jesús.
Fue el
sencillo testimonio de una viejo amigo que vivía una vida sencilla, y eso me
recordó que lo sencillo no es ni ingenuo ni estúpido, sino directo y sin
pretensiones… como Jesús; como la salvación.
Señor, que pueda ver esas oportunidades en que
los corazones están preparados para oír de ti y les hable de tu amor.
… id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos
en el
nombre del Padre, y del Hijo,
y del Espíritu Santo. Mateo 28:19
NUESTRO PAN
DIARIO
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