Leer: Isaías 43:1-9 | La Biblia en un año:
Jueces 1–3 Lucas 4:1-30 | Para celebrar los 80 años de Winston Churchill, el
parlamento británico le encomendó al artista Graham Sutherland que pintara un
retrato del célebre estadista. A Churchill no le gustó el resultado, ya que, en
vez de mostrarlo como a él le gustaba, aparecía desplomado en una silla y con
su característico ceño fruncido; fiel a la realidad, pero nada atractivo.
Después de su muestra oficial, Churchill lo escondió en su sótano.
Como él, la mayoría tenemos una imagen de
nosotros mismos que queremos que los demás también la tengan; ya sea de éxito,
altruismo, belleza o fuerza. Hacemos todo lo posible para esconder nuestros
lados «feos». Quizá, en lo profundo, temamos que no nos amen si nos conocen
realmente.
La deportación de los israelitas a
Babilonia reveló lo peor del pueblo de Dios. Por su pecado, el Señor permitió
que los enemigos los conquistaran. Pero les dijo que no temieran; que los
conocía por nombre y que estaba con ellos en todas las humillantes pruebas
(Isaías 43:1-2). Estaban seguros en sus manos (v. 13) y eran «de gran estima»
para Él (v. 4). A pesar de su fealdad, Dios los amaba.
No nos importa tanto que los demás nos
aprueben cuando asimilamos esta verdad. Dios sabe cómo somos y, aun así, sigue
amándonos sin medida (Efesios 3:18).27
Señor,
gracias por amarme como soy.
El profundo
amor de Dios significa que podemos ser auténticos con los demás.
NUESTRO PAN DIARIO
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