2 Pedro 3.17, 18 | En muchos lugares del
mundo, hay personas que van a la iglesia, inclinan la cabeza para orar y
escuchar predicaciones, pero que lamentablemente no están creciendo
espiritualmente.
Es muy común que los creyentes hagan esto
para cumplir con sus obligaciones cristianas. Pueden cumplir con todo, pero no
tienen una relación con el Señor Jesús. Para florecer espiritualmente, tenemos
que ser salvos, lo cual sucede en el momento que Dios nos hace personas nuevas
al limpiarnos del pecado y adoptarnos como suyos. Sobre esa base podemos
comenzar a crecer. Pero aun con esta nueva vida, podemos permanecer estancados.
Hay varios indicadores que revelan la
calidad de nuestra peregrinación cristiana. Hoy veremos tres de ellos.
Primero, los creyentes que están creciendo
deben sentir hambre de Cristo. Al experimentar más de Jesús, quien es el pan de
vida (Jn 6.35), nuestro deseo de Él aumentará.
Segundo, los creyentes que viven
estrechamente con el Salvador notarán que su discernimiento del pecado se
agudiza. Las enseñanzas y las ideas falsas se vuelven más evidentes a medida
que acumulamos la verdad dentro de nuestro espíritu.
Tercero, nuestra esfera de amor debe seguir
expandiéndose. Con el tiempo, el Espíritu Santo nos capacita para ser
compasivos con personas a quienes nos resultaba difícil aceptar.
¿Tiene usted un hambre insaciable de Dios y
una conciencia cada vez mayor del pecado? ¿Siente amor aun por quienes no están
de acuerdo con usted? Estas son preguntas importantes que deberá hacerse para
determinar la calidad de su crecimiento espiritual.
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