Tenemos un Padre tierno y amoroso que es
tocado por los sentimientos de nuestras debilidades. Incluso Jesús lloró en Su
hora de prueba. Él conoce nuestro dolor de primera mano y ha enviado Su
Espíritu Santo para consolarnos y hablar esperanza y paz a nuestras almas.
Curiosamente, el mundo nos observa cuando
enfrentamos desafíos y espera que cantemos un cántico en medio de nuestros
tiempos más difíciles. Vemos un ejemplo de esto en la Palabra.
“Junto a los ríos de Babilonia, allí nos
sentábamos, y aun llorábamos, acordándonos de Sion. Sobre los sauces en medio
de ella colgamos nuestras arpas. Y los que nos habían llevado cautivos nos pedían
que cantásemos, y los que nos habían desolado nos pedían alegría, diciendo:
Cantadnos algunos de los cánticos de Sion” (Salmos 137:1-4).
Este Salmo describe el cautiverio de Israel
por parte de los babilonios, cuando el pueblo de Dios lo había perdido todo,
incluyendo su patria. Sin embargo, sus captores querían escuchar los cánticos
de victoria por los cuales los israelitas eran famosos. “¡Cántennos! Hemos oído
hablar de los grandes cánticos de victoria que ustedes ofrecían a Dios, así que
¡tóquennos la música!” No creo que esta exigencia se hiciera sólo a manera de
burla; los babilonios sinceramente anhelaban escuchar un testimonio. Su propia
religión los había dejado vacíos, secos y sin esperanza.
Del mismo modo, hoy el mundo exige un
cántico de victoria del pueblo de Dios. Lo que ellos realmente quieren saber
es: “¿Cómo van a reaccionar en esta crisis actual? Hemos oído que ustedes
piensan que su Dios es fiel y poderoso. Entonces, ¿confían en Él en tiempos
como éstos? ¿Fueron sus cánticos de liberación durante los buenos tiempos, como
una fantasía de un niño? ¿O la fe de ustedes, realmente se mantiene cuando
vienen los tiempos difíciles?”
Nuestra sociedad está desesperada por
encontrar esperanza y paz en estos días difíciles. Ellos anhelan conocer la
verdad de Isaías 26:3: “Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento
en ti persevera”. Y ellos buscarán un testimonio en los hijos de Dios.
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