Leer: Juan 16:16-22 | La Biblia en un año:
Salmos 103–104 1 Corintios 2 | El embarazo de Kelly empezó a complicarse y,
después de un largo trabajo de parto, los médicos decidieron hacerle una
cesárea. Sin embargo, Kelly olvidó pronto su dolor al sostener en sus brazos a
su bebé. La alegría había desplazado la angustia.
La Escritura afirma: «La mujer cuando da a
luz, tiene dolor […]; pero después que ha dado a luz un niño, ya no se acuerda
de la angustia, por el gozo de que haya nacido un hombre en el mundo» (Juan
16:21). Jesús usó esta ilustración con sus discípulos para enfatizar que,
aunque sufrirían porque pronto Él los dejaría, ese dolor se transformaría en
gozo cuando volvieran a verlo (vv. 20-22).
Jesús se refería a su muerte y resurrección…
y a lo que seguiría. Después de su resurrección, pasó otros 40 días con los
discípulos antes de ascender al cielo (Hechos 1:3). Sin embargo, no los dejaría
sin consuelo. El Espíritu Santo los llenaría de gozo (Juan 16:7-15; Hechos
13:52).
Aunque nunca hemos visto a Jesús cara a
cara, como creyentes, tenemos la seguridad de que, un día, lo haremos. Ese día,
la angustia que sufrimos en esta Tierra quedará en el olvido. Pero, hasta
entonces, el Señor no nos dejó sin alegría… nos ha dado su Espíritu (Romanos
15:13; 1 Pedro 1:8-9).
Señor,
gracias por no dejarnos solos, y por tu Espíritu que nos llena de gozo.
Un día,
¡nuestro lamento se transformará en gozo!
NUESTRO PAN DIARIO
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