Leer: Éxodo 32:21-32 | Un periodista
australiano que pasó 400 días en una cárcel egipcia expresó sentimientos
encontrados cuando lo liberaron. A pesar de su alivio, estaba sumamente
preocupado por los amigos que dejaba atrás. Era difícil despedirse de sus
compañeros periodistas a quienes habían arrestado con él.
Moisés también experimentó una gran
ansiedad al pensar en dejar atrás a sus amigos. Cuando consideró perder a su
hermano, su hermana y a la nación, que habían adorado el becerro de oro
mientras él estaba con Dios en el Monte Sinaí (Éxodo 32:11-14), intercedió por
ellos. Con profunda preocupación, rogó: «[Perdona] ahora su pecado, y si no,
ráeme ahora de tu libro que has escrito» (v. 32).
Más adelante, el apóstol Pablo expresó una
inquietud similar por sus familiares, amigos y compatriotas. Dolido por su
falta de fe en Jesús, Pablo dijo que estaría dispuesto a dejar su propia
relación con Cristo si ese amor podía salvar a sus hermanos (Romanos 9:3).
Al mirar atrás, vemos que Moisés y Pablo
expresaron el corazón de Cristo. Sin embargo, el amor que ellos tan solo podían
sentir y el sacrificio que solo podían ofrecer, se cumplieron en Jesús, que
vino a darnos vida eterna.
Padre,
gracias por recordarnos cómo es estar dispuestos a vivir y a morir por aquellos
que aún no han entendido cuánto los amas.
Ocuparse de
los demás honra el amor de Jesús por nosotros.
NUESTRO PAN DIARIO
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