¡Oh, la
impaciencia! Ciertamente una virtud que pocos conocen y muchos menos logran
desarrollar. Éste es uno de los grandes males de estos tiempos postmodernos.
Queremos dejar huellas y renombre y por lo tanto dedicamos todo el tiempo a
mantenernos ocupados, y no necesariamente en las cosas importantes.
Los grandes avances en el transporte y las
telecomunicaciones han logrado que las distancias se acorten y que las
decisiones tengan que ser tomadas apresuradamente y sin mucho tiempo para
madurar las ideas y analizar todos los aspectos del asunto.
Ese ritmo
que aplicamos al trabajo lo utilizamos por igual en las cosas que no son del
trabajo y para todo mostramos un saludable dinamismo que lamentablemente va
acompañado de la inoportuna impaciencia. De esta manera, cuando hablamos con
DIOS y esperamos su respuesta a nuestras súplicas y necesidades, lo hacemos con
la misma impaciencia con que nos desesperamos o tocamos la bocina (claxón,
pito, corneta) cuando la luz del semáforo cambia de rojo a verde y tenemos un
vehículo delante del nuestro.
Está bien que cuando oremos a DIOS y
derramemos delante de ÉL lo que hay en nuestro corazón, le dejemos saber la
impaciencia que nos agobia por no ver que ÉL nos responde con la inmediatez y
urgencia que nuestro caso requiere.
Tenemos que ser sinceros con nosotros mismos y
muy especialmente con DIOS. ÉL conoce nuestra impaciencia y muy posiblemente la
situación que estamos atravesando no es más que una oportunidad de las tantas
que DIOS aprovecha para enseñarnos a ser pacientes.
Bajemos la
guardia y rindamos nuestro tiempo a DIOS. Su respuesta siempre será oportuna,
aunque al principio no lo parezca. Confiemos en ÉL pues ÉL sabe qué es lo que
más nos conviene, desde todo punto de vista.
Esperemos con paciencia que las cosas se den
en el tiempo de DIOS y no en el tiempo nuestro. Siempre es mejor cuando DIOS
actúa, así nos parezca que se tarda mucho. ¡Sólo a DIOS sea la gloria!
ORACIÓN:
Padre Santo, te ruego me des paciencia para esperar a que los planes que Tú
tienes para mi vida se lleven a cabo en Tu tiempo. No permitas que mi ansiedad
y mi afán hagan que me apresure y cometa errores de los que después tenga que
arrepentirme. En el nombre de Jesús, amén.
El Versículo del Día
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