Leer | Romanos 8.26, 27 | Estoy convencido
de que si los cristianos entendieran realmente lo que tiene lugar durante la
oración, clamarían al Señor con más frecuencia y tendrían mejores resultados.
La oración del creyente no es simplemente unas palabras dichas al vacío; el
Espíritu Santo está con nosotros para guiarnos cuando presentamos nuestras
peticiones al Señor.
El Espíritu Santo es parte de la
Trinidad, por lo que conoce la mente del Padre íntimamente (1 Co 2.11). Puesto
que Él, al igual que el Padre, es omnisciente y omnipotente, entiende
perfectamente la circunstancia por la que estamos orando —incluso las partes
que no vemos o que son totalmente confusas para nosotros. Asimismo, el Espíritu
habita en cada creyente y conoce la mente y el corazón de cada uno de ellos.
Con este conocimiento total, el Espíritu Santo lleva a cabo su responsabilidad
de hacer que nuestras peticiones se ajusten a los deseos de Dios. A tal efecto,
Él habla en nuestro espíritu y abre nuestra mente para que entendamos las
Sagradas Escrituras.
El hecho de que Dios da su Espíritu a
todos los creyentes, revela el valor que le da a la comunicación entre Él y sus
hijos. Nuestro Padre nos da el mejor Ayudador posible para asegurarse de que
podamos convertirnos en gigantes de la oración.
Por tanto, los cristianos jamás
deberíamos tener sentimientos de culpa por no estar seguros de cómo orar. El
Espíritu Santo que mora en nosotros conoce nuestras necesidades y nuestros
deseos —como también la mente del Padre y los detalles de cada situación. Él
habla a Dios a nuestro favor, y al mismo tiempo nos enseña a orar conforme a la
voluntad del Padre.
(En Contacto)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.