LEA: Lucas 19:28-40 | Pareciera que,
con los años, la Navidad se vuelve un asunto cada vez más comercial. Aun en los
países donde la mayoría de la gente se autodenomina «cristiana», esta época se
ha convertido más en un tiempo de compras que de adoración. La presión por
comprar regalos y organizar fiestas sofisticadas hace que resulte cada vez más
difícil mantener el enfoque en su verdadero significado: el nacimiento de
Jesús, el Hijo de Dios, el Salvador del mundo.
No obstante, todos los años también
escucho que el evangelio se presenta en lugares insólitos; esos mismos sitios
donde se comercializa la Navidad: los centros comerciales. Cuando oigo por los
altavoces la canción que dice: «¡Navidad, Navidad, hoy es Navidad!», pienso en
las palabras de Jesús a los fariseos, quienes le ordenaron que silenciara a las
multitudes que lo alababan: «Os digo que si éstos callaran, las piedras
clamarían» (Lucas 19:40).
Durante la época navideña, oímos que
las piedras claman. Incluso personas que están espiritualmente muertas cantan
villancicos escritos por cristianos que murieron hace mucho tiempo, lo cual nos
recuerda que, aunque ellas se esfuercen al máximo para tratar de desmentir el
verdadero mensaje de Navidad, siempre fracasarán.
Independientemente del materialismo
que amenaza distorsionar el mensaje del nacimiento de Cristo, Dios hará que su
buena noticia se conozca en todo este mundo que está bajo condenación.
Intentar
tener una Navidad sin Cristo es tan inútil como querer detener las mareas.
Nuestro Pan Diario
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