Lectura:
Lucas 1:26-38 | Cuando el ángel Gabriel se le apareció a María y, más tarde, a
los pastores para darles la buena nueva para el mundo (Lucas 1:26-27; 2:10),
¿esa noticia fue buena para aquella jovencita? Quizá María pensó: ¿Cómo le
explico a mi familia que estoy embarazada? ¿Mi novio, José, romperá el
compromiso? ¿Qué dirá la gente del pueblo? Aunque me perdonen la vida, ¿cómo
voy a sobrevivir siendo madre soltera?
Cuando José
se enteró del embarazo de María, se perturbó. Tenía tres opciones: seguir
adelante con el matrimonio, divorciarse públicamente y dejar que la gente se
burlara de ella o romper en secreto el compromiso. Escogió la tercera, pero
Dios intervino diciéndole en un sueño: «no temas recibir a María tu mujer,
porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es» (Mateo 1:20).
Para María
y José, el comienzo de la Navidad significó someterse a Dios a pesar de los
impensables desafíos emocionales que implicó. Al confiar en el Señor, fueron un
ejemplo de la promesa de 1 Juan 2:5: «el que guarda su palabra, en éste
verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado».
Que el amor
de Dios no solo llene nuestro corazón en esta temporada navideña, sino cada día
de nuestra vida.
Señor,
llena mi corazón al disfrutar el regalo de tu amor y perdón en tu Hijo
Jesucristo.
Por: Nuestro Pan Diario
La biblia
en un año: Daniel 3–4; 1 Juan 5
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