En medio de
los acontecimientos globales que de alguna manera hacen pensar que, como dice
la gente: “el fin está cerca” (y ciertamente son tiempos finales), como lo son
los terremotos, cambios climáticos y desastres naturales en general; guerras y
rumores de guerras, conflictos en Medio Oriente, el cumplimiento de la profecía
de la soledad de Damasco con los refugiados sirios; el retorno de miles de
judíos hacia Israel, la cercana reconstrucción del Tercer Templo en Jerusalén;
la cosmovisión de un mundo donde se abolen roles de género, la aceptación de la
homosexualidad y demás perversiones sexuales, existe una señal olvidada y
silenciosa de los tiempos proféticos: la desintegración de la familia.
“…Y por
haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará” Mateo 24:12
El pasaje
de Mateo 24:12, muy a pesar que el contexto de la mayor parte del capítulo
trata acerca de la Gran Tribulación y la Segunda Venida, y de que el versículo
puede referirse a “muchos enfriamientos” o del enfriamiento de cualquier “tipo
de amor” o del amor en general, ciertamente la familia no debe ser dejada por
fuera de este tema.
La familia,
en su concepto básico en la sociología, se define como el núcleo de la
sociedad. Ahora bien, el Señor en su Palabra nos hace entender cuán importante
es esta estructura humana:
“Y creó
Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó”
Génesis 1:27
“Por tanto,
dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer,
y serán una
sola carne”
Génesis 2:24
“Y los
bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y
sojuzgadla, y
señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en
todas las bestias
que se mueven sobre la tierra”
Génesis 1:28
Esta es la
voluntad de Dios, la primera institución creada, el fundamento de la especie
humana y la cual ha perdurado en el tiempo; sobrevivió al diluvio, a
esclavitud, a guerras, a catástrofes, con las variantes de cada cultura, pero
aún con todo esto, siempre fue de esta manera: un esposo y padre líder, una
esposa y madre amorosa, e hijos obedientes.
Sin
embargo, desde comienzos del presente siglo, esta organización de la voluntad
divina ha comenzado a decaer de manera sorprendente e incluso intenta ser
destruida por diversos movimientos, entre esos el movimiento homosexual, tal
como lo admitió la activista gay Masha Gessen en alguna oportunidad: “el
objetivo real del activismo gay es la destrucción del matrimonio”.
¿Queremos
más pruebas?
Aunado a
esto, las enemistades familiares, la desunión, la pérdida del calor entre parientes,
el abrumador porcentaje de divorcios por matrimonio (que por cierto, aumentó un
7,2 % a nivel mundial en el 2014, según El Mundo España) y la desobediencia de
los hijos.
En otros
tiempos, como decía la generación de 1940-50: “si no sirve, se arregla, no se
bota”. Ahora, sólo por “incompatibilidad sexual” o por no bajar la tapa del
inodoro, miles de divorcios y por ende familias son divididas cada año en todo
el planeta. Anteriormente, un hijo era obediente, papá y mamá eran símbolos de
respeto, admiración y la meta del hombre y mujer a copiar en la adultez; ahora
un hijo golpea a su madre y una hija desafía a su padre a salir con vestimenta
indecorosa, a pesar que se lo prohíbe. Por su parte, los padres por estar
pendientes excesivamente de su trabajo, del dinero, de ascender, de comprar,
vender, hacer y deshacer, sus hijos son criados por quién sabe quiénes
¿HABÍA
SUCEDIDO ESTO ANTES EN LA HISTORIA DE LA HUMANIDAD, CON TAN ALTA FRECUENCIA
COMO AHORA?
Pero lo más
grave no es esto, sino que Dios no está en ninguna parte. En tiempos pasados,
las familias se reunían a orar, a leer y a hablar acerca de Dios, de su temor y
de la moral basada en las Escrituras, en algunas más y en otras menos, algunas
familias quizás eran católicas, otras protestantes, pero era una hermosa
costumbre. Ahora los niños no saben qué es todo esto de orar, mejor dicho, no
conocen a quienes dirigir peticiones porque la negligencia de sus padres no les
ha permitido conocer del Dios vivo.
Y así,
progresivamente la maldad irá aumentando hasta que ya la familia sea un cero a
la izquierda y pase a ser un simple vínculo biológico y jurídico, sin remotos
recuerdos e indicios de lo que fue alguna vez: la más hermosa creación de Dios.
Pero esto
no acaba aquí, esto sólo es un principio de lo que vendrá, tiempos de mayor
tribulación, lloro y crujir de dientes. El Señor viene pronto por su Iglesia,
por tal razón, hermanos, amigos que leen, salgamos a predicar su verdad y la
voluntad de Dios para las familias, aprovechemos estos tiempos para alumbrar
con nuestro hogar en medio de las tinieblas, para que cuando venga el Rey de
Reyes, nos encuentre haciendo así.
“Ellos
dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa” Hechos 16:31
Fuente:
Tiempos Proféticos
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