Leer: Lucas
1:24-38 | Al parecer, la mayoría de
nuestras luchas giran alrededor de querer algo que no tenemos o de tener algo
que no queremos. Los anhelos más profundos y los desafíos más grandes se
relacionan con tratar de ver la mano de Dios en estas dos realidades de la
vida. Así comienza el relato de Lucas del nacimiento de Jesús.
La anciana
Elisabet anhelaba tener un hijo; pero, para la joven María, que estaba
comprometida para casarse, el embarazo quizá era una desgracia. Sin embargo,
cuando ambas supieron que iban a tener un bebé, aceptaron la noticia con fe en
el Dios cuyo tiempo es perfecto y para quien nada es imposible (Lucas 1:24-25,
37-38).
Al leer la
historia de la Navidad, tal vez nos llame la atención el trasfondo de las
personas cuyos nombres resultan tan familiares. Aun cuando Zacarías y Elisabet
sufrían el estigma de la esterilidad, se los describió como «justos delante de
Dios, […] irreprensibles en todos los mandamientos y ordenanzas del Señor» (v.
6). Y a María, el ángel le dijo que ella había encontrado el favor de Dios (v.
30).
Sus
ejemplos nos muestran el valor de un corazón confiado que acepta los caminos
misteriosos de Dios, sin importar cuán extrañas puedan ser nuestras
circunstancias.
¿Estás atravesando alguna situación incomprensible?
Confía en los sabios propósitos de Dios.
Fuente:
Nuestro Pan Diario
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