Leer:
Nehmías 1:1-10 | El salón estaba inundado de una gama de colores mientras las
mujeres indias en hermosos saris iban de un lado a otro dando los últimos
toques para el evento. Aunque ahora viven en otro país, con muchas comodidades,
estas mujeres siguen interesadas en tu tierra natal.
Tras oír
sobre las necesidades financieras de una escuela cristiana para niños autistas
en India, pusieron manos a la obra y organizaron una actividad para reunir
fondos y ayudarlos.
Nehemías
tampoco permitió que su posición como copero y consejero del hombre más
poderoso de su época le hiciera perder el interés en sus conciudadanos. Cuando
preguntó cómo estaban ellos y la ciudad de Jerusalén (Nehemías 1:2), se enteró
de que «los que quedaron de la cautividad, allí en la provincia, [estaban] en
gran mal y afrenta, y el muro de Jerusalén derribado, y sus puertas quemadas a
fuego» (v. 3).
La noticia
le rompió el corazón. Entonces, hizo luto, ayunó, y oró pidiéndole a Dios que
hiciera algo ante semejante tragedia (v. 4). El Señor le permitió volver a
Jerusalén para liderar la reconstrucción (2:1-8).
Nehemías
tuvo grandes logros porque actuó dependiendo de un Dios grande. Que abramos
nuestros ojos a las necesidades de otros y procuremos resolver sus problemas
con la ayuda del Señor.
Señor, ayúdame a no desanimarme ni ser apático.
La Biblia en un año: Zacarías 9–12
Apocalipsis
20
Fuente:
Nuestro Pan Diario
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