Leer: Josué
14:6-15 | Madaleno es albañil. De lunes a jueves, construye paredes y repara
techos. Es callado, confiable y trabajador. Después, de viernes a domingo, sube
a las montañas a enseñar la Palabra de Dios. Habla náhuatl, un dialecto
mejicano, lo que le permite comunicar sin problema la buena noticia de Jesús a
la gente de esa región. Con 70 años, sigue construyendo casas, pero también
edifica a la familia de Dios.
Lo han
amenazado varias veces, ha dormido al aire libre y casi muere en accidentes
automovilísticos y caídas. También lo han echado de algunos pueblos, pero él
afirma que Dios lo ha llamado a esa actividad, y sirve con alegría. Como cree
que la gente necesita conocer al Señor, confía en que Dios lo fortalecerá.
La
fidelidad de Madaleno me recuerda la de Josué y Caleb, dos de los hombres que
Moisés envió a explorar la tierra prometida para informar a los israelitas
(Números 13; Josué 14:6-13). Sus compañeros regresaron atemorizados, pero ellos
confiaban en Dios y estaban convencidos de que Él los ayudaría a conquistar la
tierra.
La obra que
se nos ha encomendado quizá sea diferente a la de Madaleno o la de Josué y
Caleb, pero nuestra confianza puede ser igual. Para alcanzar a otros, no
dependemos de nosotros mismos, sino del poder de nuestro Dios.
¿Eres fiel donde Dios te ha colocado para que lo sirvas?
Fuente:
Nuestro Pan Diario
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