Mateo
11.28-30 | Biblia en un año: Jueces 4-6
| Todos hemos experimentado tentaciones, pruebas y sufrimientos. Aun los
cristianos debemos padecer sufrimientos, ya sea por la muerte de seres
queridos, bancarrotas, pérdida de empleo o relaciones rotas. Pero, aunque no
somos inmunes a los tiempos de dificultades, tenemos el poder, por medio del
Espíritu Santo, de soportarlos.
El Salmo 46.10 dice: “Estad quietos, y conoced
que yo soy Dios”. La expresión “estad quietos” indica que nuestra mejor
respuesta a las frustraciones es confiar en el Señor.
¡Qué
admirable es saber que, como hijos de Dios, tenemos una línea de comunicación
directa con el Padre, aun en medio de las dificultades! Por tanto, no tenemos
que reaccionar como lo hace el mundo, con ira, depresión y venganza. Tampoco
tenemos que arreglar las cosas con nuestras fuerzas. Es seguro que seremos
tentados por la carne, pero si “estamos quietos” aprenderemos a confiar más en
Dios cada día.
La verdad
es que las dificultades no forman el carácter; solo lo revelan. Una de las
respuestas más comunes a las dificultades es la ira. En momentos de
frustración, corremos el riesgo de tomar decisiones impulsivas que podrían
afectar el resto de nuestra vida. Pero, en vez de dejarnos vencer por las emociones,
debemos estar quietos y confiar en Aquel que puede hacer que todo resulte para
nuestro bien (Ro 8.28).
En este
mundo, los problemas no van a desaparecer (Jn 16.33). Pero cuando las tormentas
amenacen en el horizonte, abróchese el cinturón y confíe en que Dios le guiará.
En Él, y solo en Él, podrá usted mantenerse quieto y tranquilo.
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