Desde niños
observamos modelos a seguir que de alguna u otra manera influyen en nuestra
vida, por ejemplo, las niñas queremos ser como la mamá; a escondidas más de una
vez recuerdo haberme puesto sus zapatos y hasta algún vestido, y que se diga de
los niños, como sueñan afeitar su barba como papá, es gracioso ver que un niño
o niña desde pequeñito imita a sus padres, que sea tan similar que parece la
versión miniatura de ellos, hay niños que de solo verlos en apariencia,
comportamiento o forma de actuar pone en evidencia a que padre pertenece, solo
lo ves y sabes de quien es hijo, porque consciente o inconscientemente lo imita
tan bien que se asemeja en gran manera.
Así también
nosotros como cristianos, no solo por nombre o por religión, sino por hechos
estamos llamados a aspirar cada día a ser como es Dios, a que el mundo se dé
cuenta de quién es que somos hijos, tal
como lo dijo Pablo “Sed, pues,
imitadores de Dios como hijos amados” Efesios 5:1
Todos
tenemos alguna inspiración, alguien al cual hemos dicho “quiero ser como tú”,
tal vez sigue siendo uno de tus padres, o tal vez con el tiempo has cambiado de
opinión, o pudiera ser alguien a quien quieres o admiras, esas personas de las
que ves como sirven a Dios, como son usadas, o como su vida está llena de
bendiciones, ¿pero sabes? El ejemplo más grande y hermoso a seguir es Dios.
Así como
esas personas que alguna vez han sido un modelo para ti, y tienen esas
cualidades que son las que te hacen sentir cierta “admiración”, Dios tiene
tantos ejemplos a imitar, no he visto yo en el mundo cualidades como las de
nuestro Señor, no he visto amor mas grande, ni esa humildad, ni esa paciencia,
tantas cosas que son las que debiéramos desear imitar.
No se
cuales sean para ti las cualidades que ves en alguien y que te gustaría imitar,
ni cuales sean tu fuente de inspiración, tal vez un pastor, un profeta, alguien
con un hermoso ministerio o un conocido de tu iglesia, Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del
don de Cristo. Efesios 4:7, entonces, el ejemplo a imitar sigue siendo
Cristo, y si de algo estoy segura, es que la excelencia y la perfección solo la
ha alcanzado Él, lo que lo hace el ejemplo más deseado a imitar.
Y es que
tal vez puedas pensar que ser como Dios es algo imposible, o muy difícil de
lograr, pero Dios no pide perfección, sino disposición, el simple hecho de ver
en tu corazón el deseo de ser lo más parecido a Él, hace que poco a poco en tu
vida sea reflejada su imagen, que las personas te vean y sepan que eres no solo
un seguidor, sino también imitador de tu Padre.
Vive cada
día consciente de que Dios está a tu lado, ama a tus amigos y a tus enemigos
tratando de imaginar cómo es que Dios logró hacerlo, practica la paciencia
pensando en cómo Jesús nunca se influenció por las circunstancias, como a pesar
de saberse hijo de Dios nació de la manera más humilde, y a pesar de haber
pasado tantas dificultades sabía y estaba seguro que su Padre no lo dejaba solo
y haz de esas cualidades el ejemplo de tu vida.
Que el
deseo de tu corazón sea siempre el ser lo más parecido a lo que Dios quiere que
seas, solo así, tu vida va a reflejar que eres Su hijo sin tener que decirlo,
simplemente con tu manera de vivir y de actuar la gente sabrá que eres uno de
sus imitadores, inténtalo, dile a Dios ¡quiero ser como Tú!, esa es la mejor manera
de vivir.
“Por tanto, nosotros
todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos
transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del
Señor”.
2 Corintios 3:18
Autora:
Maite Leija
Fuente: Devocional
Diario
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