La multitud
vocifera como maniática. Pilato sacude sus manos en la palangana de plata, un
sirviente le alcanza una toalla. "Esta gente está loca", pensó luego
de hacer débiles intentos por soltar a Jesús. Su voz fue contundente:
"Este hombre no es culpable de ningún delito" (Juan 18:38).
Imagina la
escena: los pecados de todos los colores y tamaños se agolpaban entre la gente
que pedía la cruz y, delante de ellos, estaba Jesús, con su entrañable
misericordia mirándolos con pasión una vez más. ¿Te haces idea de una vida sin
pecado? Yo no puedo.
Nunca dijo
una grosería, nunca tuvo rabia, no mintió, no cruzó con el semáforo en rojo, no
fingió estar dormido para no dar el asiento, ni siquiera se hizo el sordo. Hoy
nosotros vivimos desesperados por no tener arrugas, canas, kilos de más y
diabetes, no nos gusta que nos vean con fallas, pero el hecho es que Él jamás
tuvo una sola falla. El creador del universo se ocupó de pagar nuestras deudas,
porque nosotros no somos capaces de hacerlo.
En todo el
mundo cristiano en esta Semana Santa, se recuerdan los últimos días de Jesús,
pero no hagas de esta semana una serie de rituales y actos carentes de sentido
sin detenerte a amar a Jesús; no hay otra forma de celebrarla, sino
recordándole y honrándole a Él y a Su sacrificio. ¿Cómo hacerlo día a día?
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Lunes santo
Este día se
recuerda la limpieza del Templo, cuando Cristo corrió a los mercaderes.
Limpia tu
vida de aquellas cosas que te alejan de Dios, tu cuerpo es el templo del
espíritu, límpialo de toda impureza. ¿Cenar papas fritas?, ¿Seguir sin asistir
a AA?, ¿continuar con la infidelidad?, ¿acumular otro año ese enojo? Tu cuerpo
es el lugar donde Dios escoge quedarse. Respétalo.
Martes santo
Es el día
que Jesús anticipa la negación de Pedro y la traición de Judas. El Judas de
Jesús se fue con treinta monedas de plata, el tuyo se fue para dejarte con dos
hijos, la hipoteca de la casa y una enorme tristeza. El Pedro de Jesús lo negó
entre la gente, el tuyo te negó la infidelidad, y también le seguiste amando,
hasta que el gallo cantó que lo hizo tres veces. Todos tenemos un Judas y un
Pedro en nuestras vidas. Que este martes santo puedas recordar que Cristo se
ciñó una toalla y le lavó los pies a ambos, quizás puedas hacer lo mismo.
Simbólicamente, por supuesto: prepara tu corazón para perdonar y seguir
adelante. No olvides que la traición ni la negación impidieron que Cristo
cumpliera su meta.
Miércoles Santo
Judas
Iscariote se reúne con el Sanedrín y conspira contra Jesús. La noche anterior
Jesús le llamó amigo, yo no sé muy bien el concepto de Jesús de amistad, pero
sí sé que nos quiere dar un ejemplo. En ese traidor Jesús hasta el último
momento vio algo bueno, a pesar de sus defectos le amó y lo incluyó en la lista
de su cena. Quizás tu Judas tiene el rostro del maltrato, la voz de la mentira,
el olor de otro cuerpo, quizás este miércoles tú puedas ver lo bueno también de
ellos.
Jueves Santo
Es el día
de esa ordenanza sagrada: el Lavatorio de los pies; de la última cena, de la
oración de Jesús en el Getsemaní y la noche del arresto de Jesús. Muchas
emociones juntas para un día. ¿Imaginas ese día? Jesús sabe que va a morir,
pero toma jabón perfumado, agua limpia, la mejor de las palanganas y lava los
pies de sus discípulos; los lava de los pecados de este mundo. Luego hace lo
mismo por nosotros: va al Getsemaní y de nuevo se inclina, para limpiar la
suciedad de todos nosotros. Quizás puedas dejar que también limpie toda tu
vida. Esa es la gracia, Jesús se inclina para limpiar el polvo acumulado de tu
pasado.
Viernes Santo
Prisión de
Jesús. Los interrogatorios de Herodes y Pilato. La flagelación. La coronación
de espinas. Vía Crucis. Crucifixión y sepultura de Jesús.
El Hacedor
de maravillas fue encerrado en una celda con olor a orín y miseria, luego tuvo
que soportar otras humillaciones y maldades. Pero quizás lo que más me duele es
saber que las mismas manos que formaron la Tierra fueron atravesadas por
clavos, la misma espalda que cargó la oveja perdida, fue horadada por las
piedras afiladas del látigo. Sin embargo, Jesús soportó todo eso por amor y con
una simple corona de espinos se hizo rey por siempre.
Satanás no
dejó de rugir hasta el último clavo, y la última gota de sangre. El cielo se
puso negro, el hedor de Satanás inundó el cielo a las tres de la tarde, quizás
hasta organizó una fiesta entre sus seguidores, pero tú tienes la oportunidad
de tomar también tu cruz, la del despido, la del divorcio, la de la pornografía
y aferrarte al amor de Dios, en el silencio.
Sábado Santo
Jesús entra
al mundo espiritual, se acerca a nuestros propios infiernos. El diablo tiembla
cuando hablas con Dios, las murallas del infierno se sacuden cuando doblas tus
rodillas y en el silencio le cuentas a Dios de tu vida. Es el día del silencio,
de la contemplación y del altar despojado. Es tiempo de confiar en Dios, de que
profundices en tu vida y creas en Sus promesas.
Domingo de Resurrección
Es el
tiempo de la fiesta, de la explosión de la alegría, el día que Dios demuestra
el valor de la espera y el poder de la fe. La resurrección de Jesús es la
muestra de que la nuestra será posible. Es el día de las tumbas vacías, de la
confianza. Es el día ideal para aferrarte a la esperanza a pesar del cáncer de
mamas, de la adicción de tu hijo, del carácter terrible de tu marido.
La Semana
Santa es más que una tradición popular. Es un tiempo de fe y de esperanza. Vívela
con pasión y entrega.
FUENTE: FAMILIAS.COM
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