Leer: Salmo 90 | La Biblia en un año: 2
Reyes 4–6 Lucas 24:36-53 | En los últimos años, dos miembros de mi familia
recibieron diagnósticos graves. Para mí, la parte más difícil fue la
incertidumbre constante. Siempre espero con desesperación una palabra decisiva
del doctor, pero, en vez de darnos claridad, a menudo se nos pide que
esperemos.
Es difícil soportar la angustia de la
incertidumbre, y siempre nos preguntamos qué revelará la próxima prueba.
¿Tendremos semanas, meses, años o décadas antes de que la muerte nos separe?
Pero, más allá de la enfermedad, todos moriremos algún día; cuestiones como el
cáncer simplemente ponen en primer plano nuestra mortalidad.
Al enfrentarme a los recordatorios
aleccionadores de nuestra mortalidad, me encuentro orando las palabras de
Moisés. El Salmo 90 dice que, aunque nuestra vida es como la hierba que se
marchita y se seca (vv. 5-6), tenemos un hogar eterno con Dios (v. 1). Al igual
que Moisés, podemos pedirle a Dios que nos enseñe a contar nuestros días para
que podamos tomar decisiones sabias (v. 12) y a hacer que nuestra vida breve
lleve fruto, pidiendo que Dios confirme lo que hacemos (v. 17). El salmo nos
recuerda que nuestra esperanza no está en ningún diagnóstico médico, sino en un
Dios que es «desde la eternidad y hasta la eternidad» (LBLA).
¿Cómo
podemos usar mejor el tiempo que
nos ha sido dado?
nos ha sido dado?
Podemos
enfrentar la realidad de nuestra mortalidad porque confiamos en Dios.
NUESTRO PAN DIARIO
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