La razón por la cual estoy escribiendo
esto, es para recordarle que la batalla que usted está enfrentando no es suya,
sino del Señor. Si usted es un hijo de Dios, puede estar seguro que Satanás se
“enfurecerá contra ustedes.”
En 2 Crónicas 20, una gran multitud vino
contra el pueblo de Dios. El rey Josafat y su gente propusieron en sus
corazones buscar a Dios y ayunar. El rey clamó a Dios con una oración que la
mayoría de nosotros ha orado en nuestro caminar espiritual: “En nosotros no hay
fuerza contra tan grande multitud que viene contra nosotros; no sabemos qué
hacer, y a ti volvemos nuestros ojos” (20:12). “Vino el Espíritu de Jehová en
medio de la reunión…Jehová os dice así: No temáis ni os amedrentéis…porque no
es vuestra la guerra, sino de Dios” (20:14-15).
Isaías dio esta advertencia a todas las
fuerzas satánicas: “¿A quién vituperaste, y a quién blasfemaste? ¿Contra quién
has alzado tu voz?...Contra el Santo de Israel” (Isaías 37:23).
Dios le dijo a su pueblo Israel, y él nos
dice hoy día: “La batalla no es contra ustedes. Es la furia de Satanás contra
mí, el Señor que habita en vosotros”. Dios le dijo a Satanás, “He conocido tu
condición, tu salida y tu entrada, y tu furor contra mí” (37:28).
Yo le pregunto a usted: ¿Dónde está su
batalla? ¿En su matrimonio? ¿En su negocio o en su trabajo? ¿En sus finanzas?
¿En su salud? ¿Se intensifica la batalla día tras día? Si usted tiene un
corazón devoto a Jesús y un deseo de aferrarse a él, usted enfrentará la rabia
del infierno. Pero ésta sigue no siendo su batalla.
Usted puede terminar su batalla rápidamente
si así lo decide – simplemente rindiéndose o entregándose a sus miedos y
temores. Satanás no molestará a aquellos que pierden su confianza en el Señor.
Sí, la batalla es del Señor, pero nosotros
tenemos una parte en ella – y ésta es confiar y creer en sus promesas cuando
enfrentamos desesperanza y lo que parece ser imposible. “¿Por qué dices, oh
Jacob, y hablas tú, Israel: Mi camino está escondido de Jehová, y de mi Dios
pasó mi juicio?” (Isaías 40:27).
La fe demanda que yo entregue todos mis
problemas – todas mis situaciones críticas, todos mis miedos, todas mis
ansiedades – en las manos del Señor. Cuando he hecho todo lo que puedo hacer y
cuando sé que mi batalla va más allá de mi poder, yo debo someter todo en sus
manos.
Nuestro Señor sabe de la furia de Satanás y
debemos verdaderamente creer que él actuará. Él nos ayudará a pasar por las
muchas aguas y por los fuegos, y hará huir a todos nuestros enemigos
espirituales. Esta es la Palabra de Dios acerca de lo que él hará: “Porque
contra mí te airaste…y ha subido a mis oídos; pondré, pues mi garfio en tu
nariz, y mi freno en tus labios, y te haré volver por el camino por donde
viniste” (Isaías 37:29).
Si usted permanece agarrado de su fe –
confiando en él, descansando en sus promesas, rechazando todas las mentiras de
Satanás que vengan a su mente – entonces esté a la expectativa que Dios vendrá
con su Espíritu a su situación, y pondrá un fin esperado a su batalla en
particular. Él moverá cielos y tierra para librarlo y hacer un camino. El
camino de salida es ¡confiar, confiar, confiar! Él es quien “hace cesar las
guerras” (Salmo 46:9).
Posted by World Challenge
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