Salmo 40:1-5
| Es posible que la inseguridad no nos parezca tan destructiva como el orgullo,
la envidia o los celos, pero también puede ser muy peligrosa. La persona que
habitualmente se siente insegura puede terminar muy afectada.
Los sentimientos
de inseguridad pueden desarrollarse a raíz de tragedias, como la pérdida de los
padres en la niñez, o crecer en un ambiente violento. A veces nos sentimos
inseguros por fracasos que hemos experimentado.
Cualquiera
que sea la causa de nuestra inseguridad, los efectos son siempre los mismos.
Podemos sentirnos indecisos porque nuestro temor de tomar decisiones
equivocadas nos lleva a evitar tomar decisiones del todo. A veces nos cuesta
establecer relaciones duraderas porque creemos que no seremos buenos amigos. O
podemos mantener distancia de los demás por temor al rechazo; pero la gente,
con frecuencia, percibe esto como orgullo o engreimiento.
Tarde o
temprano, nos convertiremos en críticos de los demás. Al mismo tiempo, podemos
llegar a caer en la trampa de creer que el éxito depende de la aceptación de
los demás. La verdad es que Dios tiene una senda especial para cada vida, en la
que el éxito no puede medirse por la alabanza humana.
La
inseguridad no es algo que podemos confesar y con eso ser libres. Más bien, es
un mal que debe ser confrontado por un largo tiempo, y finalmente tomar la
decisión de confiar en lo que Dios dice acerca de nosotros, no en lo que el
enemigo nos susurra. Mañana veremos cómo Dios hace que recuperemos
nuestra seguridad.
Biblia en
un año: Éxodo 31-33
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