Leer 1 Juan
3:13,14 | Uno de los rasgos más lamentables de la experiencia cristiana es la
aparición de la intolerancia religiosa. A lo largo de la historia de la
iglesia, los odios y las persecuciones han sido un verdadero lastre para el
pueblo de Dios. Hoy también hay expresiones de intolerancia en diferentes
ámbitos, sin embargo, Jesús anunció que, antes de que él volviera en gloria y
majestad, el mundo volvería a una era de totalitarismo:
“Entonces
os entregarán a tribulación, os matarán y seréis odiados por todos por causa de
mi nombre. […] porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido
desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá. Y si aquellos días no
fueran acortados, nadie sería salvo; pero por causa de los escogidos, aquellos
días serán acortados” (Mat. 24:9, 21, 22). Pero ante tal situación, el Señor
hizo una importante promesa: “Y yo estoy con vosotros todos los días, hasta el
fin del mundo” (Mat. 28:20).
Hoy, los
rumores de una persecución parecen lejanos. ¿Por qué? La respuesta no es muy
agradable: “¿Por qué, entonces, parece adormecida la persecución en nuestros
días? El único motivo es que la iglesia se ha conformado a las reglas del mundo
y por lo tanto no despierta oposición.
La religión
que se profesa hoy no tiene el carácter puro y santo que distinguiera a la fe
cristiana en los días de Cristo y sus apóstoles. Si el cristianismo es
aparentemente tan popular en el mundo, ello se debe tan solo al espíritu de
transigencia con el pecado, a que las grandes verdades de la Palabra de Dios
son miradas con indiferencia, y a la poca piedad vital que hay en la iglesia.
Revivan la fe y el poder de la iglesia primitiva, y el espíritu de persecución
revivirá también y el fuego de la persecución volverá a encenderse” (El
conflicto de los siglos, p. 45).
El amor
verdadero suscita el odio de los impíos. Jesús personificó el amor divino y
combatió el odio y la violencia con el amor. Cuando seguimos su ejemplo,
pasamos de una existencia condenada a la extinción a una experiencia de vida
con perspectivas de eternidad. Porque “el que no ama a su hermano permanece en
muerte”.
Amar tiene
un precio muy alto, incluso el odio, la intolerancia y la persecución. Pero no
hacerlo conduce a la muerte.
Escoge hoy
el camino de la vida, y ¡ama!
Tomado de: Lecturas devocionales para Adultos
2015
“Pero hay un Dios en los Cielos”
Por: Carlos Puyol Buil
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