Leer: 1
Samuel 16:1-7
| El físico
retirado Arie van’t Riet crea obras de arte inusuales. Acomoda de diversas
maneras plantas y animales muertos, y les toma una radiografía. Escanea esas
radiografías en una computadora y, después, colorea parte de las fotos. Estas obras
revelan la complejidad interna de flores, peces, aves, reptiles y monos.
Una vista
interna de una cosa suele ser más fascinante y significativa que si se la
observa por fuera. A primera vista, Samuel pensó que Eliab tenía el aspecto de
poder ser el próximo rey de Israel (1 Samuel 16:6). Sin embargo, Dios le
advirtió que no se fijara en sus rasgos físicos: «el hombre mira lo que está
delante de sus ojos, pero el Señor mira el corazón» (v. 7). En lugar de Eliab,
Dios escogió a David para que fuera aquel rey.
Cuando Dios
nos mira, le importa más nuestro corazón que nuestra altura; el estado de
nuestra alma que nuestros rasgos faciales. No nos ve demasiado viejos,
demasiado jóvenes ni demasiado grandes, sino que se centra en las cuestiones
más importantes: cómo respondemos a su amor por nosotros y cuánto nos ocupamos
de los demás (Mateo 22:37-39).
En 2
Crónicas 6:30, leemos que solo Dios conoce el corazón humano. Después de todo
lo que ha hecho por nosotros, ¿qué ve cuando mira nuestro corazón?
Señor, espero que te
agrade lo que ves en mi corazón.
La
verdadera medida de una persona es lo que tiene en el corazón.
NUESTRO PAN DIARIO
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