Leer:
Marcos 4:35–5:1 | En el libro de Marcos, leemos sobre una tormenta terrible.
Los discípulos estaban con Jesús en un barco, cruzando el Mar de Galilea. Cuando
«se levantó una gran tempestad de viento», los discípulos, entre los cuales
había algunos pescadores experimentados, temieron ahogarse (4:37-38).
¿A Dios no
le importaba? ¿No habían sido escogidos por Jesús y eran los más cercanos a Él?
¿No estaban obedeciendo al que había dicho que cruzaran a la otra orilla (v.
35)? ¿Por qué estaban atravesando un momento tan turbulento?
Nadie está
exento de las tormentas de la vida. Pero, así como los discípulos que en un
primer momento tuvieron miedo a la tormenta veneraron más a Cristo después,
nosotros también podemos aprender a conocer más a Dios a través de las
tormentas que enfrentamos. «¿Quién es éste, que aun el viento y el mar le
obedecen?», se preguntaron los discípulos (v. 41). Nuestras pruebas pueden
enseñarnos que ninguna tormenta, por más fuerte que sea, va a impedir que Dios
lleve a cabo su voluntad (5:1).
Aunque no
entendamos la razón por la cual el Señor permite que enfrentemos pruebas, le
damos gracias porque, a través de ellas, llegamos a conocerlo mejor. Vivimos
para servirlo porque Él ha preservado nuestra vida.
Señor,
ayúdame a mantenerme en calma porque estoy seguro en ti. Las tormentas de la
vida demuestran la fortaleza de nuestra Ancla.
Fuente: Nuestro Pan Diario
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