Las obras
de DIOS son fructíferas. Prueba de ello es el hombre mismo a quien le ordenó
que en su estancia en la tierra fuese fructífero y que se multiplicara (Génesis
1:22). Con un solo hombre, Adán, y su mujer Eva, el Señor pobló toda la tierra.
Mediante un patriarca, Jacob, fueron formadas las doce tribus de Israel. Y por
medio de doce discípulos nuestro Señor Jesucristo llevó el evangelio a todas
las naciones de la tierra.
En el primer
mensaje oficial del Apóstol Pedro a la Iglesia se convirtieron al menos tres
mil personas al cristianismo (Hechos 2:41), esto habla de ser fructíferos.
Cuando permanecemos en Jesús y nos sometemos a la dirección del Espíritu Santo
produciremos mucho fruto:
“Ciertamente, yo soy la vid; ustedes son las
ramas. Los que permanecen en mí y yo en ellos producirán mucho fruto porque,
separados de mí, no pueden hacer nada.” Juan 15:8 Nueva Traducción Viviente
(NTV).
En nuestro
tiempo la Iglesia se ha multiplicado de manera exponencial, un ejemplo de ello
es la Iglesia del Pastor David Yonggi Cho. Cuando su Iglesia llego a tener
10,000 miembros el Señor le pidió algo totalmente ilógico. Mudar la
congregación a la Isla de Yoido, que era un lugar desierto, incluso sin puente
que le comunicara con la ciudad de Seúl. El Pastor obedeció y con el tiempo
aquella Isla se convirtió en un distrito comercial importante de Corea, lugar
en el que el día de hoy dicha congregación tiene casi un millón de miembros. La
fe da mucho fruto.
Sométete a DIOS y a las obras que Él quiere realizar por medio de ti.
Obedece su dirección y así lo glorificarás con mucho fruto.
Por Richy Esparza
Fuente: Devocional Diario
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