Leer: 1
Juan 5:10-15
| Mientras
estaba sentado en un tren, camino a una cita importante, empecé a preguntarme
si había tomando la línea correcta. Era la primera vez que hacía ese recorrido
y no había pedido indicaciones. Finalmente, vencido por la incertidumbre, bajé
en la estación siguiente… ¡solamente para que me dijeran que estaba en el tren
acertado!
Ese
incidente me recuerda que las dudas pueden robarnos la paz y la confianza. Una
vez, había luchado con el tema de la seguridad de mi salvación, pero Dios me
ayudó a vencer esa incertidumbre. Al tiempo, después de hablar sobre mi
conversión y la certeza que tengo de ir al cielo, alguien preguntó: «¿Cómo
puedes estar seguro de que eres salvo y que vas al cielo?». Con confianza y
humildad, repetí el versículo que el Señor había usado para ayudarme: «Estas
cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que
sepáis que tenéis vida eterna» (1 Juan 5:13).
Dios
promete que, por la fe en su Hijo Jesús, ya tenemos vida eterna: «Dios nos ha
dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo» (v. 11). Esta seguridad
perfecciona nuestra fe, nos levanta cuando estamos desanimados y nos da valor
cuando dudamos.
Señor, ayúdame a
recordar las promesas de tu Palabra cuando tenga dudas. Gracias por la vida
eterna que me diste al creer en Cristo.
Las dudas desaparecen al recordar
las promesas de Dios.
NUESTRO PAN
DIARIO
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