La
confianza que el Siervo de Dios manifiesta aquí equivale a una promesa, porque
lo que hemos aprendido por la fe, es una realidad que entra de lleno en los
propósitos de Dios. El profeta tuvo que pasar por las rudas pruebas de la
pobreza y del hambre, pero pudo bajar hasta estas profundidades sin resbalar
porque el Señor le sostuvo. Luego fue invitado a escalar las alturas de los
montes de la lucha; y no tuvo temor ni al bajar ni al subir.
El Señor le
prestó fuerzas. El mismo Dios fue su fortaleza. Medita en esto: el Señor
Omnipotente es nuestra fortaleza. Atiende, asimismo, que el Señor aseguró sus
pies. Las ciervas brincan sobre las rocas y peñascos sin perder el equilibrio.
Nuestro Señor nos dé gracia para seguir los senderos más difíciles del deber
sin dar un solo paso en falso.
De tal
manera puede calzar nuestros pies que nos encontraremos seguros en lugares en
que, sin la protección de Dios, pereceríamos. Pronto seremos llamados a un punto
más elevado; allá arriba subiremos hasta el monte de Dios, hasta las alturas
donde están congregados los bienaventurados.
¡Oh, cuán
hermosos son los pies de la fe, con los cuales, como el ciervo de la mañana,
subiremos al monte del Eterno!
Hoy sé que
tengo la hermosa oportunidad de tener pies como de cierva para ir a las alturas
con éel amado de mi alma.
Señor,
Gracias por darme ligereza de pies y ayudarme a escalar alturas espirituales en
tu nombre. Amén.
Charles Spurgeon.
Libro de
Cheques Del banco De la Fe.
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