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Miqueas 6:3-8 | Muchos nos hacemos diferentes promesas para señalar el comienzo
de un nuevo año: voy a ahorrar más, hacer más ejercicio o pasar menos tiempo en
Internet. Empezamos el año con buenas intenciones, pero poco después, los
viejos hábitos nos tientan a volver a nuestras antiguas prácticas.
Ocasionalmente, cometemos un desliz; después, lo hacemos con más frecuencia; y
más tarde, todo el tiempo. Al final, es como si nuestra resolución no hubiese
existido nunca.
En vez de
escoger nuestras propias metas de mejoramiento personal, un enfoque más
apropiado sería preguntarnos: ¿Qué quiere el Señor de mí? A través del profeta
Miqueas, Dios reveló que desea que hagamos lo correcto, que seamos
misericordiosos y que caminemos humildemente con Él (Miqueas 6:8). Todas estas
cosas se relacionan con el mejoramiento del alma más que con la superación
personal.
Gracias a
Dios, no tenemos que depender de nuestra propia fuerza. El Espíritu Santo tiene
el poder para ayudar a los creyentes a crecer espiritualmente. La Palabra de
Dios declara que Él es capaz de «[fortalecernos] con poder en el hombre interior
por su Espíritu» (Efesios 3:16).
Así que, al
comenzar un nuevo año, decidamos ser más como Cristo. El Espíritu nos ayudará
mientras busquemos caminar humildemente con Dios.
Aquel cuyo
recurso es el Espíritu Santo ya ha triunfado.
(Nuestro
Pan Diario)
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