Leer: Mateo
5:14-16 | Por estar ubicada entre montañas elevadas y muy al norte del planeta,
la ciudad de Rjukan, en Noruega, no recibe directamente la luz del sol desde
octubre hasta marzo. Por eso, los habitantes del lugar colocaron espejos
enormes en la cima de los montes para reflejar los rayos solares e iluminar la
plaza central. Este reflejo se consigue porque los espejos giran siguiendo al
astro desde el alba hasta el atardecer.
Me gusta
comparar esa escena con la vida cristiana. Jesús dijo que sus seguidores son
«la luz del mundo» (Mateo 5:14). El apóstol Juan escribió que Cristo es la luz
verdadera que «en las tinieblas resplandece» (Juan 1:5).
Asimismo,
el Señor nos invita a hacer brillar nuestra luz en medio de la oscuridad que
nos rodea: «Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean
vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos»
(Mateo 5:16); a mostrar amor frente al odio, paciencia ante los problemas, paz
en los conflictos. Pablo también nos recuerda: «Porque en otro tiempo erais
tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz» (Efesios
5:8).
Nuestra luz
es un reflejo del Señor Jesús. Sin Él, es imposible iluminar este mundo.
Señor, cuando las exigencias de
la vida nos tientan a ser egoístas, ayúdanos a resistir y reflejar tu luz.
NUESTRO PAN
DIARIO
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