Leer:
Isaías 37:30-38 | Cientos de tanques y miles de soldados aparecieron frente al
reducido ejército finlandés. Ante la inquietante perspectiva, un valiente
soldado dijo del enemigo: «¿Dónde encontraremos espacio para sepultar a todos
estos?».
Alrededor
de 2.600 años antes de esa batalla de la Segunda Guerra Mundial, un ansioso
ciudadano judío reaccionó de manera muy diferente ante una situación
abrumadora. El ejército asirio había sitiado Jerusalén, y el pueblo enfrentaba
la posibilidad de morir de hambre. Ezequías se aterrorizó, pero, luego, oró:
«Señor de los ejércitos, Dios de Israel, que moras entre los querubines, sólo
tú eres Dios de todos los reinos de la tierra» (Isaías 37:16).
A través
del profeta Isaías, el Señor habló duramente a Senaquerib, el rey asirio:
«¿Contra quién has alzado tu voz, y levantado tus ojos en alto? Contra el Santo
de Israel» (v. 23). Después, el Señor consoló a Jerusalén: «Yo ampararé a esta
ciudad para salvarla, por amor de mí mismo, y por amor de David mi siervo» (v.
35). Entonces, Dios derrotó a Senaquerib y destruyó al ejército asirio (vv.
36-38).
Independientemente
de los peligros que puedan aparecer en el horizonte de tu vida, el Dios de
Ezequías e Isaías aún sigue reinando. Él anhela escucharnos y mostrarnos su
poder.
¿Cómo te ha demostrado Dios su
poder en el pasado?
LEA LA
BIBLIA EN UN AÑO: Santiago 2 / Jeremías 23-24 / Salmos 130
Fuente:
Nuestro Pan Diario
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