Leer Salmo
100 | Una de las primeras verdades que un niño aprende en la iglesia es que
Dios es bueno. La sencillez de esta declaración enmascara la profundidad de ese
notable atributo del Señor. Él es absolutamente santo y perfecto, lo que
significa que solamente Dios es la norma de toda verdad. Y puesto que la
expresión de la bondad del Padre se revela en sus acciones, todo lo que Dios
hace es bueno y justo, pues no puede violar su misericordiosa naturaleza.
Dios
también es inmutable y, por tanto, su relación con nosotros está determinada
por su carácter, no por nuestra conducta. Aunque estemos viviendo en rebeldía,
Él sigue siendo bueno. Como un Padre celestial amoroso, responde con disciplina
para restaurar la relación que tiene con nosotros, no para destruirnos por ser
rebeldes.
La bondad
del Señor se expresa de una multitud de maneras. Él es nuestro Creador y
nosotros somos su pueblo. Cada respiración la recibimos de Dios. Como nuestro
amoroso Pastor que vela por cada uno de sus hijos, Él provee para cada una de
nuestras necesidades. Pero la mayor expresión de la bondad de Dios, es la cruz
de Cristo. Lo que parecía ser desde una perspectiva humana la mayor crueldad e
injusticia, era la única manera de redimir a la humanidad de su separación
eterna del Señor.
Creer en la
bondad de Dios es uno de los pilares de nuestra fe. Esta verdad nos llena de
alegría en los momentos felices, y nos da confianza cuando la vida es dura, injusta
o dolorosa. Cuando no entendamos lo que el Señor está haciendo, podemos confiar
en su amor, y saber que es bueno.
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