Leer:
Marcos 14:10-21 | Al pastor británico Joseph Parker, le preguntaron: «¿Por qué
escogió Jesús a Judas como uno de sus discípulos?». Durante un tiempo, pensó
detenidamente en esa pregunta, pero no pudo encontrar respuesta. Más tarde,
dijo que seguía enfrentándose con otra pregunta aun más incomprensible: « ¿Por
qué me eligió a mí?».
Esta es una
pregunta que se ha hecho durante siglos. Cuando los seres humanos son
totalmente conscientes de su pecado y la culpa los agobia, claman a Jesús
pidiendo misericordia. Maravillados y gozosos, experimentan la verdad de que
Dios los ama, que Jesús murió por cada uno de ellos y que todos sus pecados son
perdonados. ¡Esto sí que es incomprensible!
Yo también
me he preguntado: ¿Por qué yo? Sé que las acciones pecaminosas y oscuras de mi
vida fueron motivadas por un corazón aun más oscuro, pero que, de todos modos,
¡Dios me amó! (Romanos 5:8). No merecía nada, estaba destruido y sin esperanza;
sin embargo, el Señor extendió sus brazos y su corazón hacia mí. Casi puedo
oírlo susurrar: «Yo te amo más de lo que tú amabas tu pecado».
¡Es verdad!
A mí me encantaba mi pecado. Lo disfrutaba y negaba que fuera malo. No
obstante, Dios me amó lo suficiente para perdonarme y hacerme libre.
« ¿Por qué
yo?». Es inexplicable. Sin embargo, sé que Cristo me ama… ¡y que también te ama
a ti!
Dios no nos ama por lo que somos, sino por lo que Él
es.
(Nuestro Pan Diario)
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