Leer:
Nehemías 4:1-10 | El famoso boxeador Mohamed Ali usaba distintas tácticas en el
cuadrilátero para vencer a sus contrincantes, y una era la provocación. En su
pelea contra George Foreman, en 1974, lo provocó diciendo: «¡Pega más fuerte!
Muéstrame algo, George. Eso no duele. ¿Acaso no eres malo?». Echando humo,
Foreman arrojaba golpes furiosamente, gastando sus energías y debilitando su
confianza en sí mismo.
Esta es una
vieja táctica. Al decir que los esfuerzos de Nehemías para reconstruir el muro
roto de Jerusalén eran algo tan débil que hasta un zorro podría destruirlo
(Nehemías 4:3), Tobías quería debilitar a los obreros con venenosas palabras de
desaliento. Goliat hizo lo mismo con David, despreciando la sencilla honda y
las piedras del muchacho (1 Samuel 17:41-44).
Un
comentario desalentador puede ser un arma mortal. Nehemías se negó a rendirse a
las burlas de Tobías, así como David rechazó las provocaciones diabólicas de
Goliat. Ambos se concentraron en Dios y en su ayuda. No prestaron atención a
las situaciones desmoralizadoras y así pudieron triunfar.
La
provocación puede venir de parte de cualquiera, incluso de los que están cerca.
Responder en forma negativa solo agota nuestra energía. En cambio, Dios nos
alienta con sus promesas. Él nunca nos abandonará (Salmo 9:10; Hebreos 13:5) y
nos invita a confiar en su ayuda (Hebreos 4:16).
Señor,
ayúdame a entender lo que significó para ti, el Santo, soportar mi pecado.
Recuérdame que debo dar gracias por la salvación y por todas las maneras en que
me muestras tu amor hoy.
Si estás en
un túnel de desánimo, sigue caminando hacia la Luz.
Nuestro Pan
Diario
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