Esta es la forma cómo puedes ayudarle a la persona que amas para que salga de la oscuridad de la depresión.
Tim y Sandra se sentaron uno junto al otro en la mecedora del corredor frontal de su casa, tomados de las manos. Es difícil creer que hace menos de un año habían discutido sobre la venta de su casa, la separación de bienes y la custodia compartida de sus tres hijos. La pareja explica que una enfermedad común pero remediable casi destruye su sólido matrimonio de 12 años.
«Recuerdo el día que todo comenzó» –dice Tim- «Entré a la cocina una mañana y Sandy estaba sentada en el piso. Todavía llevaba su bata de baño y sus ojos estaban hinchados de llorar.»
Cuando Tim le preguntó qué le sucedía, Sandra le dijo que sinceramente no lo sabía. Tenían una buena vida. No estaban sufriendo por problemas financieros ni teniendo problemas con sus hijos. Ella sabía que no tenía razón para estar llorando pero aún así las lágrimas siguieron cada mañana desde ese momento. Su concentración empezó a disminuir llevándola a cometer errores que casi le costaron un trabajo que amaba. Finalmente, Tim insistió en que visitara a un doctor.
«Realmente no me gustó el diagnóstico» -explica Sandra sacudiendo la cabeza. «Esperaba que él me recetara vitaminas o me dijera que no trabajara tanto. Nunca me imaginé lo que me iba a decir.»
Después de varios exámenes, el doctor de Sandra le dijo que él creía que ella estaba sufriendo un desorden de ansiedad. Él le explicó que nuestros cuerpos necesitan mantener niveles estables de serotonina para funcionar normalmente pero los receptores cerebrales de Sandra estaban bloqueando el flujo de ese químico a ciertas áreas. Cuando él sugirió que ella debía tomar antidepresivos para provocar la absorción apropiada de serotonina, ella se negó.
«Me fui del consultorio sintiéndome confundida» -dice Sandra. «A Tim y a mí nos criaron creyendo que las personas cristianas eran gente feliz, agradecida. Estaba convencida que mi miseria era causada por la falta de fe, no por una condición médica, pero la verdad no estaba segura cuál opción me aterraba más. Ni siquiera podía acercármele a Tim para contarle que el doctor había cuestionado mi salud mental.»
Los siguientes meses, Sandra trató de enterrar su secreto pero su dolor era demasiado penetrante para esconderlo. Sus atemorizados hijos empezaron a preguntar qué pasaba con su mamá.
Al mismo tiempo, Tim admite que su preocupación se volvió frustración. «Le preguntaba una y otra vez qué le sucedía pero nunca me respondía» –dice él. «No sólo me exasperaba por mis sentimientos de impotencia sino que también me enojaba porque la vida que tanto trabajo me había costado proveer no era suficiente para hacerla feliz.»
«Y mientras más él se enojaba más se apartaba de mí» –añade Sandra. «Entonces me sentía culpable y me apartaba aún más. Y seguimos distanciándonos mucho el uno del otro.»
A pesar de sus esfuerzos para orar durante ese tiempo, Sandra admite que le parecía casi imposible reunir las fuerzas o las palabras. Sentía que estaba perdiendo no solo su cordura y su familia, sino que incluso Dios la estaba abandonando.
Identificar la Depresión
La historia de Tim y Sandra probablemente suene familiar para muchas parejas. De acuerdo con elNational Institute of Mental Health («Instituto Nacional de Salud Mental», NIMH por sus siglas en inglés), una de cada cinco personas adultas en Estados Unidos sufrirán un desorden mental diagnosticado en algún año. Las mujeres enfrentan estas enfermedades dos veces más que los hombres pero las estadísticas muestran que los hombres son altamente subdiagnosticados debido a la falta de disposición de éstos para aceptar su sufrimiento.
Los estigmas y los conceptos erróneos a menudo ocasionan que las personas con enfermedades depresivas (que a menudo incluyen la ansiedad y el pánico), no recurran al tratamiento. Para algunas personas palabras tales como «enfermedad mental» y «terapia» aún evocan imágenes de pacientes con camisetas de fuerza o personajes neuróticos de películas que le tienen fobia a los gérmenes, a los elevadores o a sus propias sombras. En realidad, la depresión puede ser mucho menos obvia. Pero aún así debilita y destruye sus víctimas si no es tratada.
Algunos síntomas claves de la depresión son:
- Tristeza diaria
- Pérdida del interés en las actividades que la persona solía disfrutar
- Conducta impaciente, ansiosa o irritable
- Problemas para concentrarse, enfocarse o recordar cosas
- Preocupación y letargo excesivos
- Comer o dormir demasiado o muy poco
- Dolores y malestares sin explicación
- Pensamientos de suicidio o muerte
Si reconoces que algunos de esos síntomas persisten en tu pareja por más de algunas semanas, es recomendable que consultes con tu médico.
Preparándote para ayudar a la persona que amas
Los asistentes de vuelo siempre te dicen que te pongas la máscara de oxígeno primero antes de ayudar a la persona que está a tu lado. De la misma manera, es importante que te prepares antes de intentar ayudar a otras personas cuando tu pareja está deprimida. La pena profunda puede ser infecciosa y no es inusual que las personas que cuidan a alguien depresivo desarrollen los síntomas también. Cuídate de esa posibilidad comiendo bien, ejercitándote, durmiendo lo suficiente y manteniéndote en la Palabra.
También cuida de tus hijos. Los hijos son a menudo vulnerables a la ansiedad de sus padres. Un estudio indica que 20% de los niños de 10 años cuyas madres sufrieron depresión fueron víctimas de ésta en el transcurso de los siguientes cinco años.
No subestimes el valor de los amigos y las amigas que se preocupan por ti y de la familia en tiempos como éste. Deja que las personas que amas te ayuden con las tareas cotidianas y permíteles que te escuchen y oren contigo. La forma más segura de intensificar tu lucha es aislándote y aislando a tu familia inmediata de las personas que les aman.
Alcanzar a tu pareja
Cuando una persona que cuida de otra entiende que la depresión clínica es una condición médica auténtica se puede sentir empoderada. Da ánimo darse cuenta que existen una serie de formas tangibles para ayudar a la pareja que está deprimida:
Lo que SÍ debes hacer
- Ora fervientemente con esa persona y por ella.
- Comparte versículos de la Escritura que sean significativos.
- Hazle ver que la familia necesita que él o ella se recupere.
- Escucha, dale credibilidad a sus sentimientos.
- Busca ayuda para ti y ofrécete para visitar un terapeuta con él o ella.
- Anímale a considerar la medicación: una investigación muestra que el 80% de las personas que padecen un desorden depresivo pueden ser tratadas de forma exitosa con los medicamentos modernos.
- Demuestra tu afecto, anímale a salir y hacer cosas contigo.
Lo que NO debes hacer
- No le digas a la persona que amas que simplemente ore ni le hagas sentir como si la sanidad va a llegar si él o ella simplemente confiara más en Dios.
- No le hagas sentir culpable por el impacto de su enfermedad en la familia.
- No le culpes ni le critiques.
- No des por sentado que necesita ayuda porque él o ella es débil. Tampoco excluyas inmediatamente a otros miembros de la familia del proceso de consejería. Algunas veces, los problemas complejos de relaciones que involucran a varias personas de la familia pueden provocar la depresión.
- No esperes que la medicación solucione todo. Tampoco elimines la necesidad de orar –y de buscar terapia.
- No dejes que el patrón de sueño y aislamiento continúe.
Un Final Feliz
Después que Tim y Sandra vencieron sus temores y conceptos erróneos sobre las enfermedades mentales comenzaron un proceso de consejería con su pastor cada semana. Sandra también regresó donde el doctor. En unos pocos meses se sintió ella misma de nuevo gracias a una baja dosis de un Inhibidor Selectivo de Reabsorción de Serotonina (Selective Serotonin Re-uptake Inhibitor (SSRI). La medicación le ayudó a estabilizar sus niveles de serotonina. Sus hijos estaban maravillados de ver a su mamá sonriendo de nuevo.
La pareja, que ahora co-lidera un grupo de apoyo sobre enfermedades mentales en su iglesia, descubrió que pudieron sobrevivir la depresión por medio del trabajo en equipo, la educación, la empatía y mucha oración.
«El Señor realmente nos ha bendecido permitiéndonos vivir esta experiencia para acercarnos más en lugar de separarnos» –dice Sandra. «Cuando la situación se puso más complicada, Tim decidió no darse por vencido conmigo, y esa decisión cambió radicalmente nuestras vidas.»
Derechos de autor© 2003, Carolyn MacInnes. Todos los derechos reservados. Derechos de autor internacionales asegurados. Usado con permiso.
Traducido por Cristhiam Álvarez Rosales para Enfoque a la Familia®
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