Lectura: Mateo 6:19-21.
A
la gente le encanta coleccionar cosas: desde fotos de deportistas hasta
estampillas y monedas. Y aunque esta actividad puede ser un pasatiempo
divertido, da que pensar que cuando dejemos este mundo, todo lo que
tenemos se convertirá en parte de la colección de otra persona. ¿De qué
vale haber recolectado mucho en la tierra, pero poco o nada para la
eternidad?
Jesús
tenía algo que decir sobre esto. Hablándoles a Sus discípulos, dijo: «…
haceos tesoros en el cielo, donde ni la pollita ni el orín corrompen, y
donde ladrones no minan ni hurtan» (Mateo 6:20).
Los
tesoros eternos nunca pierden valor; jamás se echan a perder ni son
robados. Y sólo piensa en esto: ¡podemos de verdad acumularlos! ¿Cómo?
Mediante actos de servicio; guiando a otras personas a Jesús; siendo
compasivos con los necesitados; viviendo según la voluntad y los caminos
del Señor. En el Evangelio de Marcos, leemos que Jesús probó el corazón
del joven rico, cuando le pidió que vendiera todo lo que tenía, que les
diera el dinero a los pobres y que lo siguiera. La respuesta del joven
reveló lo que él realmente valoraba (10:21-22).
Es
fácil enamorarse de cosas terrenales; sin embargo, cuando decides
seguir a Jesús, Él te mostrará el gozo de coleccionar tesoros
celestiales. ¡No hay nada en la tierra que se le compare!
Reflexión: Aférrate a lo eterno y sujeta apenas lo temporal.
Fuentes: Nuestro Pan Diario
Fuentes: Nuestro Pan Diario
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