lunes, 28 de noviembre de 2011

La Casa de la Umbría.



El Verbo era Dios… En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres… La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella. – Juan 1:1, 4-5.


La vivienda es confortable, está rodeada de un gran terreno con un hermoso jardín bien limpio. La vista es espléndida sobre el valle y el collado de en frente, ambos bañados por el sol. Sin embargo la casa permanece en la sombra, pues el sol sólo llega hasta ella algunas semanas en el solsticio de verano.

¿Forma usted parte de los que saben que Dios existe, que es el creador de esta maravillosa naturaleza, creador del hombre con su corazón y su conciencia, ese centro de pensamientos que nos lleva a comprender que procedemos de Dios, que fuimos creados a su imagen? Tal vez usted haya sido sensible al amor de Dios, conocido gracias a los evangelios, y lo ha percibido en la actitud de creyentes coherentes con su fe.

Pero, ¿Permanecería usted en la sombra, es decir, indiferente, insensible a ese resplandor del amor divino? Quizá tema el impacto directo porque esa luz ilumina sus tinieblas. ¡No mire sólo de lejos esta luz divina! Ella aporta la vida donde todo es muerte. Lea la Biblia, pues su mensaje conduce a la plena luz.

“De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él” (Juan 3:16-17). Jesús dice: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8:12).
Fuentes: Amen, Amen

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