Juan 6: 25
Y hallándole al otro lado del mar, le dijeron: Rabí, ¿cuándo llegaste acá?
26
Respondió Jesús y les dijo: De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no
porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis.
27 Trabajad, no por la comida que perece, sino
por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará;
porque a éste señaló Dios el Padre.
28 Entonces le dijeron: ¿Qué debemos hacer
para poner en práctica las obras de Dios?
29 Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra
de Dios, que creáis en el que él ha enviado.
30 Le dijeron entonces: ¿Qué señal, pues,
haces tú, para que veamos, y te creamos? ¿Qué obra haces?
31 Nuestros padres comieron el maná en el
desierto, como está escrito: Pan del cielo les dio a comer.
32 Y Jesús les dijo: De cierto, de cierto os
digo: No os dio Moisés el pan del cielo, mas mi Padre os da el verdadero pan
del cielo.
33 Porque el pan de Dios es aquel que
descendió del cielo y da vida al mundo.
34 Le dijeron: Señor, danos siempre este pan.
35 Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el
que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.
36 Mas os he dicho, que aunque me habéis
visto, no creéis.
Isaac
Pennington, líder cuáquero del siglo XVII, dijo: «El Señor me ha estado
enseñando a vivir en Él; no de nada que me haya dado, sino de la vida en sí».
Las personas de Juan 6 querían vivir de Jesús, pero no por la misma razón; no
porque sus corazones fueran leales a Él, sino fieles a lo que pensaban que el
Señor podía proveerles: alimentos y liberación de la opresión romana.
Cuando
Jesús les proveyó pan y pescado, esta acción les confirmó la idea que tenían de
lo que Él podía hacer por ellos. El Señor sabía que, detrás del interés en Él,
estaba la esperanza de que se convirtiera en una clase de rey diferente; por lo
tanto, se alejó de ellos (Juan 6:14-15). Al día siguiente, lo buscaron y lo
encontraron, y consiguieron lo que querían (vv. 22,25-26). Entonces, fueron
tras Él por lo que creían que podía darles. Sin embargo, el Señor dio vuelta
las mesas y se identificó como el Pan de vida (vv. 32-33). Ellos querían que
Jesús les diera una vida mejor, pero Él les dijo que había venido para
ofrecerles vida eterna (v. 40). Sólo aquellos que creen en Jesús pueden
encontrar verdadera satisfacción… ahora y para siempre.
Sigue a
Jesús, no porque Él puede proveer «pan», sino porque es capaz de satisfacer tu
hambre más profunda: la búsqueda de la comunión eterna con Dios.
Reflexión:
Puedes experimentar completa satisfacción si tu vida está llena de Cristo.
Fuentes:
Nuestro Pan Diario
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