Lectura: Mateo 23:13-15.
"Y
cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en
pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles..." Mateo 6:5
Un
hipócrita es un farsante; una persona que no actúa de manera genuina,
sino que se disfraza para parecer otra. Dios odia la hipocresía, pero
ama a los pecadores. En todos los relatos de los Evangelios, Jesús les
habló a los perdidos con compasión, amabilidad y una actitud
perdonadora, pero con los líderes religiosos hipócritas usó el lenguaje
de condenación más firme que pueda haber. Los llamó guías ciegos,
sepulcros blanqueados y víboras (Mateo 23:24, 27, 33).
Sin
embargo, el hipócrita más grande de todos es el hombre o la mujer que
se niega a acudir a Cristo aduciendo que hay demasiados hipócritas en la
iglesia. Esa persona es incoherente. Los negocios también están llenos
de hipócritas, pero eso no le impide participar en el comercio. La
sociedad está llena de gente así, pero no por eso se convierte en
ermitaño. El infierno está lleno de hipócritas, más vale que se asegure
de no ir allá.
Si
tu excusa para no aceptar a Cristo como tu Salvador y entregarte a Él
como Señor es que no te gustan los hipócritas, ¿me permites que te
muestre al hipócrita más grande de todos? Lo digo en amor, querido
amigo: Mírate al espejo. Deja de fingir. Si no se te ocurre una excusa
mejor, ¡no tienes excusa!.
Reflexión: No hay peor hipócrita que el que simula no necesitar a Cristo.
Fuentes: Nuestro Pan Diario, Blog
MUY BUENO Y MUY CIERTO.
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