Me gozaré
en el Señor, mi alma se alegrará en mi Dios; porque me vistió con vestiduras de
salvación, me rodeó de manto de justicia.
Isaías 61:10
Siendo
justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en
Cristo Jesús. Romanos 3:24
Hoy en día,
a menudo escuchamos la palabra «justificar». En las empresas se habla de
justificar su salario, es decir, demostrar sus cualidades para merecerlo. En la
sociedad se nos incita a justificar nuestro valor, nuestro lugar. Pero el uso
más frecuente de la palabra tiene que ver con el hecho de querer justificarse
ante los demás. ¡Cuántas explicaciones y discursos sólo para probar a los demás
que actuamos de manera correcta!
En cambio,
la justificación divina es completamente diferente. Es un don de Dios. No la
recibimos porque la merezcamos. Somos “justificados gratuitamente por su
gracia”. Si creemos en el Señor Jesús, Dios borra todas nuestras faltas,
nuestros pecados, nuestras bajezas, todo lo que podemos reprocharnos en el
secreto de nuestra conciencia…
En su amor
y justicia, Dios declara justo a todo el que cree en el Señor Jesús. También lo
reviste, según la expresión bíblica, con “vestiduras de salvación”. Esto
significa que somos vistos justos a través de la perfección de Cristo (2
Corintios 5:21). Los pecados son perdonados, la culpabilidad desaparece y las
manchas debidas al pecado son borradas. El creyente ya no tiene miedo de
encontrarse con Dios, sino todo lo contrario, puede ser feliz en la presencia
de su Dios.
Esta
justicia, don de Dios, está ligada al hecho de que Dios nos da una vida nueva,
una nueva naturaleza. Esta vida se manifiesta mediante actos de justicia,
bondad y verdad.
Por: La Buena Semilla.
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