Vi un gran
trono blanco… y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual
es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban
escritas en los libros, según sus obras. – Apocalipsis 20:11-12.
Los nombres
de casi todos los hombres figuran en un registro de estado civil. Algunos
además han sido grabados en piedra o en mármol. Pero “la apariencia de este
mundo se pasa” (1 Corintios 7:31), pronto no quedará nada.
Pero existe
un libro en el cielo, fuera del alcance de los hombres, escrito por la mano de
Dios, en el cual están inscritos los nombres de todos los que, en la tierra,
reconocieron su culpabilidad ante Dios y creyeron en el sacrificio expiatorio
de Cristo.
Se acerca
el día en que ese libro será abierto. “Y el que no se halló inscrito en el
libro de la vida fue lanzado al lago de fuego”, porque al cielo no entrará
“ninguna cosa inmunda… sino solamente los que están inscritos en el libro de la
vida del Cordero” (Apocalipsis 21:27).
Para Dios
sólo existen dos categorías de personas: Las que tienen su nombre inscrito en
el Libro de la vida y las que no tienen su nombre inscrito en dicho libro. ¡Qué
solemne momento para los que hayan despreciado la salvación que Dios les
ofreció en la tierra!
El Señor
Jesús dijo a sus discípulos: “Regocijaos de que vuestros nombres están escritos
en los cielos” (Lucas 10:20). ¿Está usted seguro de que su nombre se halla
realmente inscrito y que podrá entrar en la patria celestial? Para ello hay un
único medio: Arrepentirse de sus pecados y aceptar la maravillosa salvación que
Dios nos ofrece en Jesucristo.
Fuentes:
Amén, Amén
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