Leer Marcos 10, 2-16 | “¿Quién es la muchacha que canta?”, preguntó uno de los asistentes a la persona que estaba a su lado en una boda. “La novia”, respondió este.
“¡Cómo va a ser! ¿No ves a la novia desfilando...?”.
“Pues ella misma es la que tú oyes cantando”, insistió el otro sonriendo.
Y era cierto. Es la única boda que he visto en la que se oye la voz de la novia cantando el “Ave María” al momento de la ceremonia. Aquella bellísima muchacha tenía una voz preciosa, por lo que, previo a su matrimonio, grabó el “Ave María” de Gounod, y al momento del acto pusieron la grabación, mientras el organista de la iglesia tocaba el acompañamiento.
Todo esto sucedió hace exactamente 62 años, el 7 de octubre de 1950, pero lo recuerdo muy bien.
También yo estaba allí. Yo era el novio.
¿Fueron aquellos jóvenes “felices para siempre” después de casarse sin problemas de ningún tipo? No sé si existirá un caso
Pero una frase siempre nos guió.
Está precisamente en el evangelio de hoy. Es la que dice:
“Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre”
Esto es lo que ha declarado clara y tajantemente el Señor. Pero, ¿es posible cumplirlo?
NUESTRA HUMILDE EXPERIENCIA DICE QUE SÍ, QUE ES POSIBLE. QUE SI LE DAMOS ENTRADA A LA AYUDA DE DIOS, TODO CAMBIA PARA BIEN.
Hoy podemos decir que gracias a ÉL pudimos salvar nuestro proyecto de vida, que ÉL estuvo allí muy, muy presente cuando lo necesitamos, y que hemos descubierto y comprobado que todo lo que ÉL nos dijo que hiciéramos era para nuestro bien.
¿Sabe usted la definición de “infierno”? Recientemente leí una muy buena. Dice así: “Una situación de soledad, real, total y espantosa es lo que la teología llama infierno”. Benedicto XVI
ES POR ESO QUE UN MATRIMONIO DONDE AMBOS CÓNYUGES SE HAN HECHO AMIGOS ES lO CONTRARIO DEL INFIERNO.
Además, Dios ha derramado en nuestros corazones el Espíritu Santo, haciéndonos capaces de amarnos incondicionalmente ¡mejor aún! Conozco otras muchas parejas que viven lo mismo. Todas tienen a Dios en el centro de su matrimonio.
Y puedo asegurar que todos son matrimonios bien avenidos.
Frente a esa realidad sobrenatural, que sigue actualizándose en muchas parejas, existe otra innegable y triste posibilidad, por lo cual terminamos con:
La pregunta de hoy ¿puede la Iglesia anular un matrimonio?
El matrimonio ante Dios es indisoluble y, por lo tanto, la Iglesia no puede anularlo, pero puede declarar que allí nunca hubo unión verdadera y, por tanto, se justifica su disolución.
Cuando dos personas realmente se casan, sellan ante Dios su consentimiento de ofrendar su propia vida. Este consentimiento es “un elemento indispensable que hace al matrimonio” (Catecismo Católico, No. 1626).
Si este acto consciente, libre y maduro, nunca se realizó, tampoco ha habido matrimonio, y puede entonces declararse inexistente.
En cambio si acuden a Dios, Él con toda la fuerza de su Amor, posibilita que el matrimonio sea una maravillosa experiencia en la cual se vive una realidad de compañía y de paz totalmente contraria al infierno.
Por Luis García Dubus
Fuentes: Listin de la Republica Dominicana
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