Leer |
LUCAS 10.25-28 | Los fariseos y los saduceos dedicaban mucho
tiempo y esfuerzos para analizar la ley de Moisés, y para discutir sobre el
valor de sus 613 normas. Pero el Señor Jesús fue al grano de la discusión al
resumir la ley en dos principios clave: “Amarás al Señor con todo tu corazón, y
con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo
como a ti mismo” (Dt 6.5; Lv 19.34).
Aun antes
de decirle a su pueblo que lo amara, Dios se identificó a sí mismo por medio de
varios nombres que revelaban su carácter. Por ejemplo, Jehová se refiere a su
ser y a ser fiel guardador del pacto, y Elohim se refiere a su poder infinito.
Por medio de sus nombres, Dios estaba llamando la atención en cuanto a lo digno
que era de ser amado por encima de todos y de todo, y también de su disposición
de amarnos sin medida. Él nos hace promesas inquebrantables, y tiene el poder
para cumplir cada una de ellas.
La Biblia
no exagera el deseo de Dios de que sus hijos lo amen con todo su ser. Cuando Él
se llama a sí mismo Dios celoso y exige nuestra devoción, está señalando
nuestra absoluta necesidad de Él (Éx 20.5). Cualquier cosa que tenga más
prioridad en nuestra vida, es un ídolo y, por tanto, nada debe ser más
importante o más fundamental para nuestra existencia que Jehová Dios.
Fuimos
creados para ser amados por Dios, y para amarlo a Él en reciprocidad. No
adorarle con todo nuestro ser obstruye su propósito para con nosotros. El fiel
Guardador del Pacto, que es infinito en poder, nos hizo para relacionarnos con
Él, de modo que podamos conocerlo, servirle y honrarlo.
(En
Contacto)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.