Cada día los soldados se preguntaban cuánto tiempo les quedaba para ser
liberados del servicio militar. Aunque la mayoría de nuestros lectores no son
militares, para muchos de nosotros a menudo la vida se parece a una lucha. Sin
embargo, la pregunta es legítima: ¿Cuánto tiempo nos queda todavía? ¿Cuánto
queda para que el año se termine… para que la vida se acabe?
Sin ser pesimista, es necesario reconocer que un día u otro tendremos
que pensar en lo que hay más allá de la muerte. Y si es necesario pensar desde
ahora, es porque esta «continuación de la vida» depende del presente: Dios nos
dio cierto número de días, y es legítimo que seguidamente nos pida cuentas
sobre cómo los utilizamos.
El caso puede parecer desesperado, porque “¿cómo se justificará el
hombre con Dios?” (Job 9:2). Incluso teniendo la apariencia de una persona
honesta, cada uno de nosotros tiene ciertamente muchas cosas que reprocharse.
Felizmente Dios también pensó en eso. Como sabía de antemano que ninguno
de nosotros podría ser digno de su presencia, hizo todo lo necesario para
remediar la situación. Se acercó a nosotros mediante Jesucristo. Hizo caer
sobre él el castigo que nosotros merecíamos por todas nuestras faltas. Gracias
a la obra de Cristo en la cruz, Dios puede perdonarnos; quiere salvarnos por
medio de él. Hoy, Dios le invita a aceptar su salvación.
• Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos,
sino sólo mi Padre. Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el
Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis. – Mateo 24:36, 44.
(Amen, Amen)
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