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REYES 19.11-13 | ¿Piensa usted en el Señor como un poder o
como una persona? Ser testigos de su gran poder es importante, sin duda, si
vamos a confiar en su capacidad de hacer su voluntad. Pero a menos que tengamos
una relación personal con el Padre celestial, podríamos perder de vista la
manera en que se interesa por nosotros.
En el
pasaje de hoy, encontramos al profeta Elías luchando con esos dos aspectos de
su relación con el Señor. Solo un capítulo antes, él había experimentado la
victoria por el poder maravilloso de Dios, en un enfrentamiento con cientos de
falsos profetas (18.17-40). Sin embargo, inmediatamente después de eso, Elías
temió por su vida, y huyó. El profeta sabía intelectualmente que el Soberano
del universo era más que capaz de protegerlo. Pero lamentablemente, el temor
por su vida había creado una brecha entre el conocimiento que tenía del poder y
el interés de Dios por él, y la intimidad que tenía continuamente con Dios. Así
que como resultado, Elías huyó.
Elías llegó
al monte Horeb, donde esperaba que Dios pasara de largo. Luego, tres poderosas
fuerzas de la naturaleza llegaron a ese lugar en rápida sucesión. Pero el
profeta sabía que Dios no estaba en esos dramáticos eventos. Después que el
viento, el terremoto y el fuego cesaron, Elías escuchó un débil y suave soplo.
Reconoció de inmediato que se trataba de Dios, y de ese modo descubrió a su
Señor, justo en medio de esa tenue brisa.
¿Está usted
escuchando atentamente la tenue voz de Dios? ¿O a menudo se encuentra distraído
por las fuerzas dramáticas que claman por su atención? Pida a su Padre
celestial que atenúe el ruido, para que pueda aprender a detectar su suave
susurro capaz de transformar vidas.
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